Sin entrar a analizar el porqué alguien decide un día sentarse a escribir, y convertirse en escritor, el cual sería un tema igual, o más interesante aún, quiero centrarme en el oficio que han llevado a cabo escritores de renombre antes de dedicarse de pleno al mundo de la escritura, y lograr así, poder vivir o malvivir de sus escritos. Antes, desearía hacer una puntualización en cuanto a los motivos, asegurando que serían tantos como escritores hay, y afirmando que existe uno común a todos ellos, independientemente de su cultura, formación, nivel social o nivel académico que posea. Ese motivo denominador común de todos los escritores, es: »una poderosa fuerza que les empuja desde sus adentros a plasmar sus ideas sobre el papel, y ninguno sabe bien el porqué de ello, sólo que esa fuerza, ente, inspiración, arte creadora, o cómo gusten llamarla existe, y no te deja descansar en paz, hasta que logra su propósito». Creo, que ningún escritor podrá negarme éstos hechos.
Empezaré con dos de mis autores preferidos, y ambos con una trayectoria laboral muy similar, hablo de Hemingway, y de Reverte, los dos en sus comienzos fueron periodistas y reporteros de guerra, hallándose ambos inmersos en imnumerables conflictos bélicos, la pasión por el mar es compartida igualmente por ambos.También sus novelas han sido llevadas a la gran pantalla.
Ernest Hemingway
Al acabar sus estudios, en 1917 , no quiso ir a la Universidad, como quería su padre, ni quiso perfeccionar sus estudios de violonchelo, como su madre quería. Se trasladó a Kansas y en octubre de 1917 comenzó a trabajar de reportero en el Kansas City Star.
En la Primera Guerra Mundial Ernest trabajó como conductor de ambulancias de la Cruz Roja, reanudando a su finalización su trabajo como periodista en el Toronto Star y como redactor. Ernest se ganaba la vida como corresponsal y viajó por toda Europa. También se empleó como sparring para boxeadores y «cazaba» palomas en los Jardines de Luxemburgo cuando sacaba a pasear a su hijo, pues los ahorros mermaban y no ganaba mucho.
Arturo Pérez-Reverte
Del «amigo» Arturo, a quien tengo que estar agradecido, y él, sabe el porqué, diré que sus primeros pasos los dio en el diario Pueblo, donde permaneció 12 años. Tras la desaparición de Pueblo pasó a Televisión Española (TVE), donde ejercería durante otros nueve años hasta 1994.
A principios de los años 90 presentó en RNE La ley de la calle, un programa de radio, en horario nocturno. Fue presentador, en 1993, del programa Código Uno, sobre la actualidad de la crónica negra, en Televisión Española, del que renegó públicamente y abandonó por considerar que contenía «basura».
Ejerció como reportero de guerra durante 21 años (1973–1994). Como corresponsal de guerra, había cubierto conflictos armados en Chipre, Líbano, Eritrea, el Sáhara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Chad, Libia, Sudán, Mozambique, Angola, el Golfo Pérsico, Croacia, Bosnia, etc. Aunque de todas ellas, la Guerra de Eritrea de 1977 lo marcó especialmente (la cita en varias ocasiones en sus artículos y en su novela Territorio comanche), en la cual anduvo desaparecido varios meses y consiguió sobrevivir a duras penas gracias a sus amigos de la guerrilla; en esa ocasión, aunque no da detalles sobre el hecho, hubo de defender su vida con las armas.
Miguel de Cervantes Saavedra
Que decir de el «Padre» de la novela moderna, estuvo alistado como soldado en la Armada, trabajó de comisario de provisiones de la Armada Invencible, de proveedor de las galeras reales, y posteriormente, como recaudador de impuestos atrasados, su vida estuvo acompañada siempre de penurias económicas, no tuvo tampoco estudios universitarios, pero a pesar de todo ello, es el mayor exponente de la Literatura española y reconocido por la Literatura Universal gracias a su novela «Don Quijote».
William Shakespeare
De su contemporáneo Inglés, decir que al igual que Cervantes no poseyó estudios universitarios, trabajó como actor teatral, dramaturgo y después se convirtió copropietario de la compañía teatral conocida como Lord Chamberlain’s Men, es el dramaturgo más importante de la Literatura inglesa, y uno de los más célebres de la Literatura Universal.
Charles Dickens
Fue el escritor autodidacta por antonomasia, no recibió ninguna educación hasta la edad de nueve años, hecho que posteriormente le reprocharían sus críticos, al considerar su formación escasa. Leía con fruición novelas de aventuras como Robinson Crusoe y Don Quijote de la Mancha. A los doce años, comenzó su vida laboral, en jornadas diarias de diez horas en Warren’s boot-blacking factory, una fábrica de betún para calzado, años después, empezó a trabajar como pasante, y después de un tiempo, como taquígrafo judicial, para seguir a continuación como reportero y periodista.
Alejandro Dumas
El padre de Dumas murió cuando él aún no tenía cuatro años de edad. Dada la exigua pensión de que disponía su madre, Dumas recibió una escasa educación escolar. Con unos estudios deficientes empezó a trabajar como mensajero, vendedor de tabaco y como pasante de un notario. Dumas tenía un carácter indómito y soñador, dedicaba su tiempo a la caza y al cortejo de las muchachas de su edad .En 1823 se instala en París y entra al servicio del Duque de Orléans como escribiente, gracias a su perfecta caligrafía y a la recomendación del General Foy. Continúa escribiendo y completando su formación de manera autodidacta.
Franz Kafka
Trabajaba en una oficina de seguros. Tras abandonar la oficina de seguros, en 1908 consiguió un trabajo en la compañía de Seguros contra Accidentes de Trabajo para el Reino Bohemia, en ella estará hasta su jubilación anticipada en 1922. Aunque el padre de Kafka se referiría a este trabajo como «Brotberuf», un empleo tan sólo para pagar las facturas, a Franz le permitió dedicarse a escribir, gracias al horario más restringido que tenía respecto de la ocupación anterior. Con todo, este trabajo burocrático, en el que Kafka se desempeñó de forma competente y en el que fue ascediendo progresivamente, sería una fuente primordial de temas para su obra literaria.
»Si una noche logro escribir algo bueno, al día siguiente no consigo hacer nada en la oficina, este continuo contraste empeora cada vez más» (carta a Max Brod)
Hans Fallada (seudónimo de Rudolf Ditzen)
El inolvidable autor de “Una vez tuvimos un hijo”, fue perito agrícola, contable, guarda nocturno, comerciante de cereales y agente de publicidad, antes de decidirse a escribir.
Mark Twain
Fue piloto en un barco de vapor, soldado en la Guerra de Secesión americana, minero en Nevada, comerciante de maderas y, por supuesto, finalmente periodista.
William Faulkner
Miguel Delibes
Se inició hacia 1940 como dibujante de caricaturas que firmaba con el seudónimo Max en el diario El Norte de Castilla, de Valladolid, no tardó en pasarse a la crítica de cine. En 1944 ingresó como redactor al mismo diario de su ciudad natal, del que también llegó a ser subdirector (1952) y director (1958-1963). Por entonces, después de hacer el bachillerato y el y el doctorado en derecho mercantil, obtuvo una cátedra de historia del comercio. Los textos legales tuvieron para él una capital importancia para definir su estilo preciso y desprovisto de adjetivaciones superfluas.
José Saramago
A los quince años abandonó los estudios por falta de medios y tuvo que ponerse a trabajar de cerrajero.
Luego se desempeñó en una caja de pensiones y más tarde se dedicó al periodismo, la labor editorial y la traducción. Colaborador de diversos periódicos y revistas, entre ellos Seara Nova, fue también codirector del Diario de Noticias en 1975.
García Márquez
Empezó a trabajar como reportero de El Universal. En 1950, desiste de convertirse en abogado para centrarse en el periodismo y se traslada de nuevo a Barranquilla para trabajar como columnista y reportero en el periódico El Heraldo. Aunque García Márquez nunca terminó sus estudios superiores, algunas universidades, como la Universidad de Columbia de Nueva York, le han otorgado un doctorado honoris causa en letras.
Éstos, son sólo algunos ejemplos, pues la lista sería imnumerable, pero la grandeza de la Literatura, y en concreto ser escritor, reside en su universalidad democrática, en la que cualquier persona sin distinción de género, raza, nivel económico, ideales políticos, nivel académico o ideales religiosos, puede llegar a ser escritor. Es cierto, por otro lado, que algunas profesiones y cierto nivel económico pueden ayudar al escritor a publicar sus obras con mayor facilidad, pero por suerte, éstos factores no son determinantes por si solos y sí cuenta y mucho, la perseverancia que posea el escritor. Para terminar, quiero hacerlo con dos de mis frases preferidas y que hacen referencia a lo anteriormente expuesto.
»Sólo hacen falta dos cosas para escribir, imaginación y un soporte donde plasmarla»
»La mejor virtud que debe poseer un escritor es la perseverancia»
Andy García