La palabra andancio, según explica el presidente del Gobierno, “fue recogida por primera vez en el diccionario de la RAE en el año 1925”. Su significado no ha variado –enfermedad epidémica leve-, pero entonces, señala Zapatero “se especificaba que este uso se ceñía a León, Cuba y Salamanca”. El presidente ha decidido apadrinar esta palabra en desuso porque “es una palabra leonesa” y recuerda que aparece en novelas como Volvoreta, de Wenceslao Fernández Flórez, o Retratos de ambigú, del finalista del Premio Nacional de Literatura Juan Pedro Aparicio.
Mariano Rajoy, ha apadrinado avatares, un plural (de avatar), dice Rajoy, “que está cayendo en desuso” y del que destaca su “sonoridad”. Avatares significa ‘fase, cambio o visicitud’ y en singular también incluye la acepción de ‘transformación o reencarnación’, vestigio de su origen sánscrito: avâtara.
Manuel Marín, también aporta en esta ocasión una palabra en desuso: urdimbre. Urdimbre, ‘el conjunto de hilos que se colocan en el telar paralelamente unos a otros para formar una tela’, es una palabra, dice Marín, “fonéticamente muy hermosa. Además, da sensación de dura bilidad, de resistencia: una urdimbre bien hecha dura mucho”.
José Blanco, ha elegido la palabra bisoñé, una ‘peluca que cubre la parte anterior de la cabeza’ y de la que dice: “es puro pasado, pero también un homenaje a las apariencias, siempre tan presentes. ¿Quién la usa? ¿Quién se adorna con el elemento al que da nombre? En el caso de hacerlo ¿Quién lo reconoce por ese nombre? Bisoñé, sólo para nostálgicos y dueña de una muy española letra eñe, el símbolo de un idioma cargado de futuro que se asoma desde una palabra encarcelada en el pasado”, apunta Blanco entre los motivos que le han llevado a rescatar este término.
Eduardo Zaplana, el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, coincide con Blanco al elegir una palabra que designa un objeto en desuso: el anteojo. “Me divierte mucho más que gafas”, dice Zaplana que destaca su significado “objetivamente más preciso” – el ‘instrumento que se coloca ante los ojos para acercar las imágenes’- frente al de gafa: ‘anteojos que se sujetan a las orejas’.
Desde los escaños del g rupo del Gobierno, su portavoz, Diego López Garrido, recuerda cómo su padre utilizaba mendrugo (‘pedazo de pan duro’) como “un insulto de baja intensidad”; y así lo recoge aún hoy el Diccionario de la RAE en su segunda acepción: ‘hombre rudo, tonto, zoquete’.
Gaspar Llamazares, asegura que no puede evitar “sentir cariño, nostalgia y acordarme de muchos seres queridos” cuando camina por el casco antiguo de alguna ciudad y se tropieza con los viejos rótulos de los coloniales, la palabra que ha apadrinado, y cuyo singular, colonial, es sinónimo de ultramarino. “En teoría, comenzaron vendiendo productos de Oriente o de América para acabar siendo la imprescindible tienda del barrio”, apunta. La nostalgia y el cariño de Llamazares por esta palabra se acentúa, dice, “en estos tiempos de tantos supermarket, tantos after y tanta fast-food”.
En diez días, internautas de 42 países han propuesto más de cuatro mil términos en desuso.
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