Últimamente se nos tilda a todos de piratas informáticos, causa de ruinas multinacionales, por bajarnos canciones o películas de otros ordenadores privados.
Se intenta justificar las pérdidas entonando el “Top Manta” y un reproche continuo
intimidando conciencias con la responsabilidad de la miseria económica del autor/autores.
Dan a entender que si no existiera esta posibilidad en la red, todo el mundo correría a comprarse los CD de los miles de cantantes que se lanzan cada año en programas televisivos y otros bodrios similares haciéndonos creer que ellos merecen triunfar y nosotros, malévolamente, no se lo permitimos. Un tremendo error, nadie parece entender que no hay economía que pueda resistir el envite de tanto novato cantando y que no se vende porque no gustan ni apasionan.
Tan acostumbrados están estos ejecutivos de pacotilla a pensar que pueden enfocar nuestros gustos, que se sienten ofuscados cuando no lo consiguen, ni siquiera bombardeando nuestro subconsciente con metralla televisiva.
Una cosa es tenerlos en el pc gratis, otra muy diferente pagar un precio desorbitado por un flash de unos dias. En realidad deberían agradecer a Internet que algunos de ellos se escuche y se conozca, de otro modo quizá ni siquiera tendrían eso.
Hace años, todos grabábamos nuestras canciones favoritas de la radio, de los “40 principales”, incluido el locutor y su presentación del tema. Teníamos cintas enteras que reproducíamos para regalar a nuestros amigos y nos las pasábamos de igual forma que ahora se hace por Internet. Las películas se grababan de la televisión con anuncios incluidos o sin ellos y también se las dejábamos a los amigos y parientes Nadie nos llamaba piratas y las multinacionales (más pequeñas) ganaban dinero.
De todo lo que grabábamos, adquiríamos algún disco que nos gustara especialmente, pero en ningún caso todo lo que escuchábamos. Y los cantantes ganaban y nosotros también. Parece que últimamente los empresarios han comprendido que las descargas “legales” a precio razonable es el futuro, pero aún así, que vayan entendiendo que solo se comprará lo que interesa de verdad.
Ahora, como siempre, los conciertos de los grandes, se llenan y sus discos se venden, las películas que nos entusiasman se ven en el estreno sacando la entrada con antelación, pero todo lo demás, toda la morralla inventada en los despachos, se baja de Internet de amigos, vecinos o internautas dispuestos a dejárnoslas gratis. Y sabéis que os digo…no tengo porque dar explicaciones del intercambio privado y gratuito de mis archivos, como no di nunca cuenta del intercambio de cassettes o cintas VHS
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