– No me quiero levantar.-
– Claro que sí Periplo.-
– No, no quiero Anuencia.-
¡Qué feo cuarto era ese! Todo sucio y a punto de pudrirse, quedaban pocas cosas ya. No se puede decir que estos pocos muebles decoraban el cuarto pues estaban tan rotos y feos que solo hacían el cuarto parecer más triste y oscuro de lo que ya de por si era. Un mueble que servía como escritorio (antes por qué ahora ya estaba carcomido), un ropero que no se usaba pues ya no tenían ropa que guardar, y una cama grandísima y muy vieja, con un hoyo en medio, la cama estaba cubierta por un colchón grande y deshilachado. Todo estaba lleno de polvo e insectos. Sin embargo, en medio de la habitación había una lámpara muy nueva y en perfectas condiciones que por azares del destino fue a caer ahí.
Aquí es donde vivían Periplo y Anuencia, un par de desolados que alguna vez habían sido reyes de algo y hoy eran los reyes del desastre y el caos.
– Te lo repito Anuencia, ¡No me quiero levantar!-
– Pero va a venir Peripecia y vamos a hacer algo increíble.-
Se callaron los dos nuevamente, como solían hacerlo siempre. Ya no hablaban mucho desde que había llegado la lámpara aquella. Claro que la lámpara misma no tenía mucho que ver con que Periplo y Anuencia ya casi no hablaran, pero a estas alturas del partido, ya nada tenía que ver con nada.
La puerta se abrió de golpe y entró una mujer. Su estado era tan deplorable que el otro par de vagos parecían listos para un baile de gala. Tenía el pelo largo, casi hasta la cintura pero era un poco calva de arriba y sus vestimentas consistían en un par de harapos, rasguñados y llenos de hoyos. Además, llevaba los pies descalzos y llenos de sangre.
– Hola – dijo Peripecia – ¿Cómo están?
– No me puedo levantar. Más bien, no quiero. –
– Déjalo Peripecia, es un vago ¿Qué vamos a hacer hoy? –
– Hice una obra de teatro y la vamos a actuar. Así que, manos a la obra. Pónganse ahí y empecemos ya. –
– ¿Cuál es el diálogo?
– El diálogo lo hacemos nosotros Periplo no seas idiota.-
Periplo: Anuencia, tu tienes nombre de niña.
Anuencia: No es de niña, también es de niño. Como en Italia que Andrea es nombre de niño.
Peripecia: Anuencia es nombre de niño-niña.
Periplo: Yo también quiero ser niño-niña.
Anuencia: Yo no soy niño-niña.
Peripecia: Yo sí soy niña.
Periplo: ¿De dónde salió esa lámpara?
Peripecia: Se las trajo un niño-niña.
Anuencia: Como en Italia.
(Silencio)
©Alfonso Fierro
Está bien, lograste algo!
Yo no se si sentirme trizte o reirme.