As I walk all my life drifts before me,
Though the end is near I’m not sorry,
Catch my soul; it’s willing to fly away.
Mark my words, believe my soul lives on,
Don’t worry now that I have gone,
I’ve gone beyond to seek the truth.
When you know that your time is close at hand,
Maybe you’ll begin to understand,
Life down here is just a strange illusion.»
Steve Harris (Iron Maiden), «Hallowed be thy name»
Yo ya sabía la respuesta. Esperaba sentado a que abrieran la puerta y pronunciaran la sentencia de una vez por todas.
Los jueces deliberaban en una habitación, mientras yo estaba sentado en el patíbulo con los demás prisioneros, atento a lo que marcaría definitivamente mi rumbo; solo en medio de ellos, solo con mi propio destino. Todos lo estábamos.
Yo ya sabía la respuesta, pero imaginaba en aquellos instantes lo que me gustaría hacer si no me fusilaran minutos después. Saldría a correr, a redimir mis sueños, a disfrutar de atardeceres y momentos únicos… Pero no. Eso no sucedería, y la incertidumbre sobre mi futuro se convertía poco a poco en la resignación de saber que ya no había vuelta atrás. Moriría.
Sentí sin embargo que no había mucho que perder, y tras mis ojos cerrados se despejaba una niebla que daba paso a la tranquilidad de quienes se reconcilian con su camino.
Se abrió la puerta, abrí mis ojos. El vocero leyó una lista y pronunció todos los nombres, mi nombre, y lo hizo con un tono penetrante que me atravesó los pulmones. Quedaron libres, yo quedé solo. “Alta traición”. Los desataron, menos a mí y a una mujer, y los llevaron por una puerta que no conocía. La anciana se arrodilló frente al paredón, sosteniendo una camándula entre sus dedos, esperando su muerte en profundo silencio.
Llegaron los soldados y cargaron los fusiles. Yo me puse en pie, les di la espalda, y entonces confirmé el destino que ya sabía.
…Yo ya sabía la respuesta.
Santiago Hoyos Buitrago
Hola Santiago,es una lastima no encontrar mas cuentos tuyos en este blog… pues fue muy chevere leerte, sabes llevar al lector y hacerlo vivir cada segundo de la historia.
Tu forma de narrar permite sentir cada tic-tac del reloj, escucharlo, desviar la atención hacia ese mundo imaginario ideal, para aterrizar en la realidad conocida, pero doblemente dolorosa porque en nuestra mente siempre habrá otras posibilidades.
Tendría muchas más cosas que decir sobre las sensaciones que tu breve historia es capaz de producir, sin embargo no quisiera extenderme más.
Me gustaría saber tienes un blog, o alguna web-page, donde leerte.
Liliana
Un poco más de una década más tarde, te respondo, Liliana (y gracias por tu comentario): tenía un blog, la embajada de nadie, y tengo un par de libros en Amazon. Un abrazo.