La Rosa del Desierto Capítulo I «Las Pesadillas»

Mis pesadillas no descansan, cambian pero me atormentan de la misma manera. Sin piedad me recuerdan todas las cosas que una vez poseí, son dibujos nítidos de todo lo que construí y que ardió lentamente, envuelto en llamas azules hace mucho tiempo atrás, a manos de la maldición milenaria de la Rosa del Desierto.

Sueño con el fuego que quemó todo, con la lluvia que se llevó las cenizas y las esparció por los 7 desiertos. Sueño con jardines que me embriagan con fragancias de flores que nunca existieron. Me despierto sólo para seguir soñando con ojos abiertos y empapados de sudor, ojos negros mareados por el calor sofocante que apenas me deja respirar. Sueños inquietos que recrean mi amor incondicional a su engaño, a sus mentiras seductoras, llenas de magia de la mala, de la negra, mentiras que fueron siempre más fuertes que yo. Sueño con el paso del tiempo que en realidad no pasa, porque todos los días son iguales al anterior y al que está por seguirle. Sueño con el fuego de la hoguera que con suerte pronto me quemará y con la lluvia que arrastrará mis cenizas por los 7 desiertos, hasta que alguna parte de mí, finalmente, llegue a ella otra vez.

Las pesadillas son dueñas de mis noches y de mis días, mientras camino, sueño despierto con el agua fresca, con la lluvia y con un jardín, aquel que vio nacer a la última Rosa del Desierto, la que se llevó ella, la mujer que no puedo nombrar sin que mi alma se encoja en el dolor del recuerdo de la tragedia que la separó de mí. Son pesadillas hermosas, que me muestran todo lo que nunca tendré otra vez.

100 años o más llevo recorriendo los 7 desiertos buscándola. Mis pesadillas me atormentan, pero también me acercan a ella, de eso estoy seguro, son mi brújula, todos mis mapas, todas las estrellas guías que necesito para encontrarla.

norellialejandra

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