Maltrato familiar. Por Ángel Alekhine Juárez Sotelo

Escena 1 (en un bar, hombres hablando, varios vestidos de uniforme militar)
Arturo (gordo, algo corpulento) levanta su vaso de cerveza para tomar. Lo deja de nuevo en la mesa. –Cuándo me vas a dar lo que me debés del arma, le dice al otro que tiene en frente. Renuente, rechaza que le debe algo, le dice que el arma no sirve, que le devuelva el dinero. La discusión se va acalorando más, debido al estado de ebriedad. Un amigo del adeudado llega y le dice a su compañero que no se deje de ese militar tal por cual. Arturo se levanta enfurecido. –Cómo que hijueputa…, les grita antes de tirárseles encima. Se van a los golpes, pero los llegan a separar. –Te voy a matar, cabrón, le gritan a Arturo. –Vení, pues, le grita y saca su arma, y le da en el estómago al tipo. Todos salen del lugar corriendo del lugar en una gritería. Unos amigos arrastran a Arturo fuera del lugar.

Escena 2 (una mujer, Marina, durmiendo en su cuarto)
Marina está durmiendo cuando se levanta asustada por los fuertes golpes que le dan a la puerta. Rápidamente se levanta, medio dormida y exaltada. Al ir a la puerta, ve a su hijo pequeño (5 o 6 años) en la puerta de su cuarto. –Es papi, mi amor, andate de nuevo a la cama. Los golpes no cesan. Al abrir, es Arturo. –A la puta, por qué te tardaste tanto, le dice a su mujer. Entra tambaleándose y en su vaivén bota algunas cosas; se acuesta en su cama y le gruñe a Marina. Esta se acerca y le quita los zapatos, el arma y un cuchillo los coloca en la mesa de noche. Lo desviste y le pone una calzoneta. Luego ella se acuesta con cara de preocupación.

Escena 3 (desayuno Marina y su niño)
Marina está preparando el desayuno. El niño, sentado a la mesa, está listo con el uniforme de estudio. Anda moviéndose por la cocina. Está viendo la cacerola y mira que el niño no se manche la camisa. Arturo llega acabado de levantar, en calzoneta, con cara de malhumor. –Dame café y huevos, le ordena a su mujer. –Sí, ya voy, le responde, solo le ordeno la lonchera al niño. Suena el teléfono y ella contesta. Es una amiga. Se pone a hablar con alegría. Después de unos segundos, el hombre mira su reloj. Marina sigue hablando. Enojado Arturo le grita: ¡a la gran puta, a qué horas me vas a servir el café! Ella, asustada, le dice a la amiga que le va a volver a hablar. Al colgar, ella le dice: ya te he dicho que no hablés así enfrente del niño. –Yo hablo como quiero, pendeja, le grita y se levanta furioso.

Escena 4 (puerta del colegio del niño, niños entrando, Marina está hablando con un religioso)
Marina se despide de su hijo con un beso y se vuelve al religioso. –Fíjese que el papá ya está inaguantable, yo ya no sé qué hacer y tengo miedo que en alguna de sus rabietas nos haga algo a mí o al niño, relata afligida la mujer. –Hermana, acuérdese de la virgen, encomiéndese a ella, ella le va a dar las fuerzas para sacar adelante su matrimonio. –No, mire, es que si usted lo viera; yo creo que lo que mas me conviene es pedirle el divorcio. Desde que no consiguió el ascenso y anda metido en no sé qué negocios, no hay quién lo aguante… este matrimonio no va para ninguna parte. Y el niño, cómo va a quedar. –Pero cómo se va a retractar, le dice muy serio el religioso, de lo que le prometió a dios y a la iglesia. Va a destruir su familia y va a romper su relación con dios. Prepotente el religioso se retira, por la llamada del timbre, y Marina queda un poco turbada.
Escena 5 (oficina de Arturo, vestido de militar, él está sentado en su escritorio, suena su teléfono)
Es la secretaria, le dice que un amigo lo está buscando, él le dice que pase. El amigo entra. –Mira, cerote, aquel te anda buscando para matarte, la cagaste la vez pasada que no te lo pudiste echar. –Ese cabrón cree que yo ando con cuentos, le responde, esperate que me lo encuentre. De la gaveta, saca un revólver, y se lo guarda atrás en el pantalón. –Hoy en la noche vamos a ir a ver las ondas aquellas, y ay de ese si nos lo encontramos, dice Arturo.

Escena 6 (Arturo y su amigo en un carro por la ciudad)
Arturo va sentado en el lado del acompañante. –Puta, si yo para un ministerio me quería tirar, pero el otro pendejo se me adelantó. –Buen billete estuvieras ganando ya, pero qué cagada. –Sí, cagada. Se hace un silencio breve, el amigo le pregunta por la familia. -Una pendeja tengo por mujer, vos, que no me ayuda en nada; a cada rato me anda contradiciendo y más lo que me encabrona que haga eso (hace una pausa). Pero con este negocio creo que las cosas se nos van a enderezar bastante. El auto se detiene en una zona de barrio humilde. Los dos hombres se bajan, entran a una casa. (Arturo ya no lleva puesto el traje militar.) Un niño está viendo televisión. Arturo le pregunta por el papá y el niño grita “papá, te buscan”. Un hombre meciéndose en una hamaca se levanta, está en sandalias y calzoneta, delgado y con algunos tatuajes. –Ajá, mi coronel, qué ondas, qué me trae de nuevo, lo saluda el hombre a Arturo. –Ahí te tengo ya los volados, 500 cajas de municiones, de varios calibres, pero te tenés que esperar hasta la otra semana, que es cuando me pasan la lista de la bodega, le responde Arturo. –Está bueno, para el lunes tengo ya reunido el pisto. Arturo y su amigo se retiran.

Escena 7 (casa de Marina. Ella está hablando con una amiga en la sala, el niño está jugando)
El niño se acerca a la mamá y le pregunta si puede ir a jugar al cuarto. La mamá interrumpe su plática con su amiga y le dice que sí, pero que no rompa nada. La amiga se queda viendo al niño. Amiga (a Marina): en tremendo huevo te metiste. Pensaste que con el matrimonio iba a cambiar, después que cuando tuviera un hijo…
Marina (desconsolada): yo ya no sé qué hacer, Karla, y cada día se me pone peor, a mí por el niño me pongo a pensar, cómo va a crecer en esta situación. No ves que ayer te tuve que colgar.
Karla (intrigante): bueno, mira, si vos me preguntas, yo te puedo decir donde venden una cosita. Se la ponés en la comida… te seguís comportando igual y sin tanto cuento te lo quitás de encima. Garantizado.
Marina (asustada): ¡Pero cómo voy a hacer eso!
Karla (irónica): Te conseguís unos 100 dólares (se ríen, toman café).
Se oye que entran. Es Arturo (un poco cansado y con la misma ropa de la escena anterior). Mira unos papeles en la cómoda de la entrada y los revisa.
Karla (deja el café en la mesa): yo creo que mejor me voy, que ya vino el susodicho.
Marina: sí de todas maneras ya me tengo que ir a hacer la cena.
Al terminar la frase se escucha “mono cabrón”. El niño comienza a llorar fuertemente. Marina se levanta y va al cuarto corriendo. Arturo, con una mano le ha agarrado las manos al niño y con la otra se las golpea con ira.
Marina: ¡Dios mío! ¡Qué estás haciendo, Arturo, dejalo! Se acerca para separarlo, pero en su ira el hombre la avienta contra la pared.
Arturo: ¡No ves que rompiéndome los billetes estaba! Por qué no ves lo que este mono está haciendo.
La amiga Karla se queda en shock al ver lo que está pasando. Arturo solo sale de ahí y no le presta atención a la amiga. Una vez ha salido, la amiga corre a ver al niño, que no para de llorar. Amiga: Mira cómo tiene de rojas las manitas.
Marina se levanta agitada para vérselas, lo abraza y trata de consolarlo.
Karla: venite, vamos rápido al hospital que a fuera tengo el carro. (Sale corriendo del cuarto).
(A fuera de la casa) Karla estaciona el carro enfrente de la puerta, Marina está con el niño en brazos y no deja de arrullarlo para que se calme. Karla se baja del carro, cierra la puerta de la casa de Marina, la acompaña y le abre la puerta del carro y corre a su lado para irse. El carro sale rápido.

Escena 8 Marina con el religioso, en la puerta del colegio, ella está consternada.
Marina: viera como le dejo las manos al niño, tuvimos que llevarlo de emergencia a la clínica. Gracias a Dios que estaba acompañada. Ya lo tengo decidido, mañana voy a ir a ver al abogado para ver lo del divorcio.
Religioso: pero su promesa a Dios y a la iglesia, para bien o para mal, hermana, para bien o para mal.
Marina: pero si seguimos así un día muertos vamos a acabar yo y mi hijo.
Religioso: dios protege a quienes guardan sus mandamientos, y si se divorcia va a quedar fuera de la iglesia, y después cómo en nuestro colegio vamos a tener una madre divorciada, qué ejemplo de cristianismo es ese.
Marina: Y el bienestar de mi hijo y el mío, si de milagro no perdió las manitas.
Religioso: se necesita abnegación mariana para mantener la familia.
Marina (molesta, indignada): mire, váyase a la mierda, qué sabe usted de familia si ni mujer tiene, ¡maricón!
Se da la espalda y deja al religioso ahí.

Escena 9 dos semanas después del suceso con el religioso (entrada de la casa del barrio humilde, con el hombre tatuado)
Arturo, su amigo y el hombre van saliendo de la casa. Antes de salir de la puerta Arturo se mete un rollo de billetes a la bolsa. Es por la tarde, y a fuera hay varios niños jugando con sus madres viéndolos, sentadas en la puerta de su casa. Hay varias personas caminando. Arturo se está terminando de guardar los billetes en la bolsa y está conversando con el hombre tatuado. De la esquina, en ese momento, aparece una motocicleta Yamaha, del 80, con dos hombres, uno es al que Arturo le disparó en la escena 1. Se para en frente a los tres hombres y dispara. Le da a Arturo en la costilla izquierda debajo de la axila, la sangre salpica a sus dos compañeros y hay una gritería en la gente. Arturo rápidamente saca su arma, y antes que arranquen le da en la pierna a él, lo que provoca que a unos metros caigan de la moto. El motorista sale corriendo. Arturo corre para darle el segundo disparo, pero tropieza y cae adolorido por el balazo. Al ver esto, el agresor se levanta y sale corriendo como puede. Arturo se queda en el suelo, retorciéndose del dolor. El amigo lo levanta y lo lleva al carro. La camisa la lleva toda llena de sangre.

Escena 10 (cuarto de Arturo, en su casa, él está acostado en su cama. Su esposa Marina está hablando con el doctor, que le explica que lo peor ya pasó, pero la herida es delicada y necesita mucho reposo. Una vez dicho esto, el doctor deja el cuarto)
Marina se acerca a la cama del hombre. Él le pide que le pase otra almohada. “Ay, cuidado”, le reprocha a su mujer cuando esta lo levanta para colocársela. “Pasame el celular”, le dice, “en la gaveta hay una libreta, abrila y mira el número con el nombre Urriarte”. Ella le pregunta “¿Urrutia?”. “¡Urriarte, te dije, sorda!”, le responde el esposo. Ella lo busca y lo marca. “A ver, ya está dando tono”, le dice el esposo. Ella duda unos segundos y luego le responde que sí. “¡Dámelo, pues!”, le exige el esposo.
Arturo: “aló, qué pasó, te habla Arturo (…) me jodió ese cabrón, pero perate que me levante, que todo el cartucho me voy a echar con ese hijueputa”. Mira que Marina todavía está en el cuarto. Molesto, le dice: “puta, salite, que no ves que estoy hablando”. Ella se le queda viendo unos instantes y se sale, el niño está jugando a fuera del cuarto y tiene unas vendas en sus manos. Ella mira con ternura a su hijo y cierra la puerta del cuarto de Arturo sin mirar atrás.

Escena 11 (cocina, Marina está preparando comida, se ve desde lejos)
De la hoya pasa el resto al plato, que está en una bandeja portátil. Ve que le sobra un poco de la cacerola, se cerciora que no le cabe más al plato. Al ver que no le cabe más, mira la comida, como sin saber qué hacer, pero termina botando el resto a la basura y amarra la bolsa. Se lava las manos, se las seca en el delantal y agarra la bandeja. Se dirige al cuarto de Arturo, él está viendo la televisión. Le coloca la bandeja para que coma. Sale del cuarto y regresa con un vaso, lo pone en la mesa, se retira un poco y le dice que va a salir con el niño. Él le asiente sin dejar de ver la televisión. Marina sale del cuarto, toma al niño en sus brazos, su cartera. A fuera, en la esquina de su casa, la está esperando Karla en el carro. Al entrar, Marina le sonríe con un poco de melancolía. Se van.

Escena 12 (Marina está barriendo en la sala de su casa)
Marina está barriendo y pasa en frente de su hijo, que está viendo televisión y comiendo unas galletas. Ella se queda viendo a la televisión y le sonríe a su hijo. Le da una caricia en la cabeza y le pregunta si el programa le gusta, el niño responde que sí. Marina sigue barriendo. Llega al cuarto de Arturo, la puerta está cerrada. Marina toca y dice que va a entrar a hacer limpieza. Abre la puerta sin ver hacia la cama, da una mirada de reojo y ve que la cama está vacía con la colcha tirada hacia un lado. Corre al otro lado y ve que Arturo se está retorciendo del dolor en el suelo. “¡Qué te pasó, Dios mío!”, la voz se le entrecorta. Él está de espaldas, Marina le da vuelta y ve que se está abrazando. Ella le separa las manos y ve las vendas de su herida manchadas de sangre, que también gotea en el suelo. Ella se lleva las manos a la boca y corre al teléfono.

Escena 13 (Marina está en el hospital, hablando con un médico)
Médico: la herida se debió haber abierto a causa de la caída. No estamos seguros, pero parece que le dio un fuerte síncope. ¿Su esposo se había puesto en control o había padecido de esto antes?
Marina: el doctor le decía que se cuidara, no sé (comienza a llorar)… Y se va a recuperar, doctor.
Médico (le pone una mano en el hombro): vamos a hacer lo que podamos, descanse y déjelo en nuestras manos.
Marina solloza un poco más, luego le dice al doctor que si Arturo puede comer algo. El doctor va a decir algo, pero ella le dice que es un atol. El doctor dice que no ve nada malo en eso, si el paciente acepta. “Sí, es de sus comidas favoritas”, le responde. “Pase, yo creo que está despierto”, le dice el doctor. Ella entra. Arturo está entre despierto y dormido. “Aquí te traje algo de comer”. Arturo, un poco moribundo, le muestra de mala cara un no. Ella insiste con cariño. “Mirá, si es tu favorito, atol, si querés le pongo un poco de canela. Come, en la casa, Arturito y yo te estamos esperando. Come si está bien bueno. Ella con la cuchara le lleva un poco a la boca. Al principio lo rechaza, pero Marina le suplica cariñosamente que coma. Él abre la boca. El atol le sabe bien, le sonríe. Marina le da todo el atol con la cuchara. Al terminarlo, ella le dice que va a ir a ver al niño, “lo deje con mi mamá”, le dice. Arturo asiente. Marina sale del cuarto y sorprende a una enfermera que estaba parada en frente. “Eh, yo solo venía a ver cómo estaba el paciente”. Marina se le queda viendo extrañada. En ese momento aparece otra enfermera. “¿Pasa algo?”, dice. “No, no”, balbucea la otra enfermera “yo ya me iba, solo pasaba, yo…” La otra enfermera seria la interrumpe: “bueno, qué no le tocaba ir a ver al paciente del cuarto 45”. Sí, sí, ya me voy, con permiso”, la enfermera se va. “Todo bien”, le pregunta la enfermera a Marina. Ella un poco extrañada le dice que sí, que le acaba de dar atol a Arturo. “Va a regresar”, le pregunta la enfermera al ver que se está yendo. “Sí, solo iba a ver a mi hijo, que lo dejé donde mi mamá”. “Acuérdese que la hora de visita termina a las 6”. “Sí, no me tardo”, dice Marina mientras se retira.

Escena 13 (hospital)
El hospital, desde el primer el día Marina no ha dejado de visitarlo. Día tras día, siempre a la misma hora, por la tarde, ella está ahí, acompañando a Arturo. Ella no olvida llevarle su atol con canela, como le gusta. Pero él no parece mejorar. Siempre, al salir cerca del cuarto de Arturo está la enfermera. No dice nada, solo permanece en silencio y si Marina la mira, la enfermera disimula y camina en otra dirección.

Escena14 (dos semanas han pasado, casa de Marina, ella está jugando con su hijo en un sillón)
Hijo: Y mi papi, ¿cuándo va a venir?
Marina: Ya pronto lo vamos a tener de regreso.
Suena el teléfono, Marina le sonríe a su hijo. Contesta. Su cara cambia de tono. En el hospital, frente al cuarto de Arturo. “Anoche tuvo un ataque al corazón, lo tenemos conectado a la máquina, y la herida se vio también afectada”, le dice el doctor a Marina, que está junto con su mamá. La señora le pone la mano en el hombro a Marina. Ella no deja de llorar, sobre un pañuelo que no suelta de las manos. “Ya ves que al final sí lo querías, hija, el Señor no te lo va a quitar ahora, todo se va a arreglar entre los dos. Arturo es un hombre fuerte y se va a reponer”. Marina solo logra mirarla y asentirle a lo que dice. En ese momento aparece un señor, de vestimenta militar. “Usted es la esposa”. Ella con los ojos rojos, se limpia la nariz con el pañuelo y le responde que sí. “Yo soy abogado del ejército; en estos casos tenemos la obligación de informarle a la familia de los sargentos, que todos tienen un seguro de vida…” La señora lo interrumpe: “no, no, si mi yerno ya se va a levantar de la cama, no se moleste”. “Bueno, perdone si fui impertinente, pero es la política; de todas maneras aquí está mi tarjeta, por cualquier cosa”. Antes que la mamá lo interrumpiera de nuevo Marina le toma la tarjeta y le dice gracias. “Vámonos a sentar, mamá, que estoy cansada”, le dice y se la lleva sin dejarla hablar más.

Escena15 (sala de espera del hospital, madrugada)
Una enfermera se acerca a Marina, que está dormida junto con su mamá. Le toca el hombro y la despierta. Un poco ofuscada le dice: “Mire, yo creo que su marido no va pasar la noche”. Ella, acabada de despertar, se lleva las manos a la boca. Algo despistada, toma su cartera y sigue a la enfermera. Enfrente del cuarto, la enfermera le dice que por ratos se despierta, que los va a dejar solos un momento porque va a ver a otros pacientes. Marina entra, Arturo está conectado a una máquina de respiración. Sus signos son débiles. Ella se acerca a la cama, le acaricia la cabeza y susurra su nombre. Está un momento así. Como despertando de un sueño, Arturo abre los ojos y dibuja una sonrisa, ella sonríe también. Arturo respira con dificultad, pero se mantiene despierto. “Me escuchas, Arturo”, le dice Marina. Él le responde que sí. Marina se limpia los ojos con un pañuelo y le sonríe. Registra de nuevo su cartera, Arturo no deja de mirarla. De la cartera, ella saca un botecito vacío. Ella, seria, se le queda viendo a los ojos. “Yo lo hice, yo lo hice”, le repite a Arturo, “te lo puse en la comida, en el atol que te traía, yo lo hice, y vos te lo comiste todo”. El veneno en ese momento había ya actuado en el sistema de Arturo. Los últimos momentos de vida, antes de cerrar los ojos, Arturo se quedó viendo a la mujer que lo había matado. Marina se le quedó viendo un rato hasta que murió. Luego, de su cartera tomó el celular y marcó un número. Espero unos momentos: “aló, Karla, perdona que te haya despertado, pero ya, ya estuvo”, Marina sonríe con satisfacción, “sí, nos vemos mañana, gracias, gracias de verdad por todo”. Guarda el teléfono y saca unas gotas que se las pone en los ojos, saca su pañuelo y sale del cuarto. Al final del pasillo está su mamá, Marina corre a abrazarla.

Escena16 (hospital en la mañana, la enfermera que había estado espiando llega al cuarto)
La enfermera llega a ver el cuarto y pregunta a su jefa qué es lo que pasó con el paciente (Arturo), ella le dice que falleció. Ella se muestra sorprendida. Se retira en ese mismo instante. Por la tarde la misma enfermera termina su turno, se despide y sale del hospital. Se dirige a un comedor que está enfrente. Está algo concurrido, en una mesa hay un hombre solo, con unas muletas al lado de la mesa. Ella se acerca a él, es el mismo hombre a quien Arturo disparó en una pierna. Antes de sentarse, sonriendo le dice: “Mi amor, parece que alguien ya hizo el trabajo por vos”.


Ángel Alekhine Juárez Sotelo

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