PUÑICOS DE ACERO. Por Ángeles Morales

PUÑICOS DE ACERO

 

-Tengo los puños de acero y la cabeza de chorlito – Afirmó extendiendo los brazos para que la gente pudiera admirarlos.
– Las piernas de bronce y el culo de escarcha – Prosiguió.
– La nariz de pimiento y los ojos de cereza.
– La boca de almendra y las mejillas de frambuesa.
Una muchacha tímida y rolliza se acercó a él. El hombre que pregonaba sus gracias hinchó el pecho y agitó los puños pero estos de inmediato se vinieron abajo.
– Tengo los puños de acero más pesados del condado, señorita – Le dijo coqueto.
– Aquí no tenemos condado – Le contestó la muchacha tímida y rolliza poniendo los brazos en jarra. – Esto es un barrio mondo y lirondo. Los condados están dos calles más abajo, subiendo por el medio.
– Tengo las piernas de bronce y el culo de escarcha – repitió dándose la vuelta con lentitud.
La muchacha rolliza arrugó su nariz pecosa y encogiéndose de hombros le contestó:
– Todos acabamos con las piernas de bronce cuando tenemos que recorrer la ciudad a pata – Y asomó una pierna broncínea por debajo de sus faldas.
– Tengo el culo de escarcha… – Se defendió el otro.
– Y yo de calabaza – Rezongó ella.
– Tengo la nariz de pimiento y los ojos de cereza.
La muchacha rolliza se quedó callada. Entonces el hombre que pregonaba sus virtudes gritó:
– ¡Tengo los puños de acero y la lengua de estropajo!
La muchacha rió.
– Y yo la bondad caducada, la conciencia olvidada y el estómago vacío.
Y acercándose a él le arranco de cuajo la nariz de pimiento, devoró con ansia las cerezas de sus ojos, masticó su boca de almendra y se relamió con la frambuesa de sus mejillas.
– Los hombres no me duran ni un ¡Ay!
Y se marchó recitando:
– Tengo los puños de acero y la cabeza de chorlito…
– La boca de almendra y las mejillas de frambuesa…

 


Ángeles Morales

2 comentarios:

  1. Hombre sin fortuna

    Interesante juego de palabras. Me acordé de Arcimboldo, sin duda. Qué cruel niñita!!

  2. Raúl Moreno Sierra - Medellín

    Tin Marín de do pingüe…
    Calero feliz caminaba y saltaba por el andén, de pronto con una escalera se topó y asustado la misma esquivó. Su madre le había enseñado que pasar por debajo de ella era de mal agüero.
    Piedad desde niña se dedicó a recoger cuanto cachivache encontraba en su camino. Ya anciana se convirtió en la mujer con el más grande y variado almacén en el que los artículos que vendía eran los más costosos por su antigüedad.
    Margarita siempre tan despistada salió de viaje sin previa revisión de su cacharrito. Cuando ya había recorrido la mitad de su largo recorrido se varó. ¡Claro! no se percató de al radiador de su carrito echarle agüita.
    Matilde desde niña se empeñó en lograr el sueño americano, empezó ahorrando con la plática que sus padres le daban para la merienda, y así poco a poco logró conseguir el dinero. Y llena de ilusiones llegó a suelo norteamericano. Pero en solo minutos se desmoronó. Solo hablaba español, olvidó el detalle de aprender inglés, y caro pagó las consecuencias por no ser bilingüe.
    Malena siempre soñó con ser madre, aunque muy adulta casó nunca sus esperanzas de arrullar a su pinta perdió, y a todos los métodos acudió hasta que por fin llegó la cigüeña.
    Juvenal un gomoso por los carros, en maravilloso mecánico se convirtió, montó su taller y muchos carros arregló. Pero cuando en el suyo se montó en apuros se vio. No le montó el cigüeñal.
    Marce compró la Barbie que desde niña soñó en su cama tener, pero por juguetona y elevada cuando con la muñeca jugaba no se percató de una alcantarilla que a su lado estaba, se resbaló y se le fue por el desagüe.
    Caleño. Joven amable y bonachón, fue exageradamente lisonjero y adulador, y aunque de muchas amistades de rodearse trató muy pocos amigos conservó por halagüeño.
    Costeño locuaz es Cornelio, de buena situación económica pero ventajoso a la hora de pagar las cuentas de parranda con sus amigos, poco a poco solo se quedó por ventajoso y pedigüeño.
    Ceferino desde niño tuvo un amor platónico, con tanta suerte que ya mayor conquistar logró, pero de muy uvita se las dio y en un descuido otro amigo la conquistó y bobo quedó como el pájaro pingüino.
    Humberto díscolo y juguetón, sin protección siempre el deporte practicó. Hasta que un día un amigo tremendo puñetazo le pegó y un ojo morado le dejó; incapacitado quedó hasta que con pomadita se lo quitó, por lo bueno que resultó el ungüento.
    Cucara macara…
    Raúl Moreno Sierra – Medellín- Colombia
    Ralmorenosierra’sBlog

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