Esta noche te contaré mi secreto, la confidencia sobre un mundo al que llegué para hablar de amor y caridad. He de confesarlo sin importarme el quebrantamiento de la norma moral que me obliga a guardar silencio. Y es que son tantos ya los caídos…
A los más pequeños, les hablaba como si todo aquello se tratara de un cuento. Y con sonrisas, asentían al comprender mis palabras. Pero a los mayores no podía mentirles. El cara a cara no conseguía desplomar los muros infranqueables e inexpugnables de una triste y cruda realidad que traspasaba toda frontera de lo imaginable. «¿Amor?» me preguntaban. Y yo era incapaz de hallar respuesta al tener que mirar, junto a ellos, nuestro mísero alrededor.
Una mañana, al amanecer, tras mi desesperación por el fracaso del mensaje entre esas gentes, comprobé con horror que el mundo se desmoronaba en el preciso instante en el cual, tras besar la cruz, pedía auxilio en mi mundo de silencios… La Hermana Teresa fue la primera en caer. Y entre mi propia tristeza, sólo un mísero Padrenuestro pude rezarle musitándoselo al oído. Tras un beso en su frente, hice acopio de coraje y valentía y salí al exterior. Gritos, lágrimas, humo… Mucho humo. Una densa atmósfera que, pese a todo, dejaba adivinar el brillo del filo de los machetes, teñidos de un color que no permite duda alguna; un color que no distingue de razas, culturas, religiones… un color común a todo un universo de pensamientos opuestos que no se detiene ante los porqués de sus gentes.
Como pude, conseguí zafarme del ataque mortal y rescaté a un niño de meses del regazo de su madre mutilada. Pero no era el único a quien debía rescatar. Mi mirada, nerviosa, recorría todo el poblado en un intento desesperado por hallar una explicación a lo que allí ocurría. Y en plena huída, una tremenda sensación de calor se apoderó de todo mi cuerpo. Caí de bruces al suelo junto al niño que llevaba y que dejó de llorar para siempre por pertenecer a esa determinada tribu.
Otro golpe mi hizo perder la visión de la realidad.
Y entonces, pasé a formar parte de un sueño secreto, la visión de un mundo extraño formado únicamente por inmensas olas que no llegaban a ninguna orilla. Únicamente se detenían a los pies de una enorme cruz, teñida de sangre, que se mantenía firme ante los ataques violentos de las olas de ese mar bravo y salvaje.
Cuando conseguí despertar del sueño, un rostro amable me sonreía mientras me susurraba palabras ininteligibles. En mi delirio, continuaba surcando aquellas inmensas olas que rompían contra el madero de la cruz… Sólo cuando la fiebre remitió, pude ser consciente del tiempo que había estado envuelto en aquella irrealidad mucho más amable e idílica de la presente.
El titular del periódico de esta mañana me trajo a la memoria aquel episodio trágico y extraño. En Kenya, los muertos se agolpaban a ambos lados de la carretera ante la impasible mirada de la gente. Un cadáver yacía junto a un muro mientras un hombre le arrojaba piedras con cara de odio; otro, reducido a fragmentos carbonizados, era visión obligada de los más pequeños del lugar… En otra parte del mundo, una precampaña electoral centraba un único debate; en mi alrededor, unos míseros sueldos apenas permitían pagar una hipoteca mientras las monjitas a las que ayudo todos los días, hacen innumerables esfuerzos por alimentar a unas gentes que no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca…
Hace tiempo que no predicó en un altar, que no absuelvo a nadie encerrado en mi confesionario, que no transmito mensaje de amor alguno. Quizá ya no me haga falta, porque cuando me veo en la necesidad de acercarme al débil y rechazado, la sonrisa y el mirar a los ojos es la mejor arma que un hombre puede poseer. Y siempre, antes de tender la mano, pienso en el sueño mientras pongo cara y nombre a cada una de las olas bravas que rompían a los pies del madero. Tantas olas, inmenso mar… dos manos que se aferran como si no quisieran soltarse nunca.
Este es el secreto de un sueño que nadie conseguirá explicarme nunca.
© Isidro R. Ayestarán, 2008
NOCTURNOS www.isidrorayestaran.blogspot.com
Tu secreto me ha parecido magnífico. Tiene ese aire misterioso y profundo del mar. Las olas rompiendo sobre el madero se visualizan bien, incluso hay música de fondo. Yo también he sentido algo parecido a un secreto, alguna vez.
Enhorabuena por tu escrito.