De lo sublime.
Reconocemos como escritoras que somos, que nuestros lectores diferencian lo sublime de lo que no lo es. Como anécdota literaria, compartirles que el Premio Nobel Mario Vargas Llosa confesó una vez de Onetti que éste recomendaba a los jóvenes escritores que le profesaban gran admiración, libros malos o pésimos como lecturas más indispensables. A lo que Vargas Llosa preguntó a Onetti por la razón de su “maldad”. “No es una maldad” debió responder Onetti. “Sólo quiero que sean capaces de reconocerlos”. Se torna indispensable reconocer un libro potencialmente bello o con poder de suscitar una belleza indescriptible. Se reconoce por razones decisorias y objetivas: la palabra elegida excluyendo muchas otras, la elegancia y la musicalidad en la sintaxis o la exquisita, meditada y repensada selección de adjetivos y ripios, colocados cada uno de ellos en su lugar, y recalco, en su exacto lugar y no otros, con la idoneidad de la sutileza y la intención y la diplomacia literarias.
De lo bello y de lo sublime ya nos habló el gran crítico por excelencia que fue y que sigue siendo Immanuel Kant; el Filósofo prusiano creía desde su altar de influyente opinión que la persona “ruda” se atemorizaba de lo sublime mientras que la “culta” lo reconocía inexorablemente. Sea como fuere, acertada o no…su kantiana erudición, para nuestro crítico Kant la existencia de una cierta “cultura” se presumía condición sinequanon para diferenciar lo sublime de lo bello. Ahí es nada. Kant sabía de lo que hablaba. En la ilustración fue Kant; y aunque Kant no deja de ser un clásico muy actual, podemos afirmar que son varios lo que le toman el relevo, como lleva cogiendo el timón con determinación y fuerza la Filósofa y Profesora titular universitaria de Estética y Teoría de las Artes, la escritora Chantal Maillard que es quien mejor sabe tratar y manejar esta Disciplina de la Estética de manera concienzuda y profusa; no es que lo piense yo. Le respaldan meritoriamente sus sólidos conocimientos sobre esta rama, la de la Estética: Por algo sus Premios Nacionales de la Crítica y de la Poesía, sus innumerables ensayos o sus conferencias impartidas magistralmente en todo el mundo. También aquí en Granada en el Centro Federico García Lorca en la Plaza Romanilla. Si son novatos navegantes en esto de la Estética, les recomiendo leer alguno de sus ensayos. En ellos navegarán seguros de la mano de la gran capitana en esto de la Estética como lo es Maillard.
Mas no hay nada nuevo bajo el sol. El escritor griego Pseudo- Longino instauró este nuevo concepto gracias a su libro Tratado “De lo sublime”, (de difusa datación y cuestionable autoría), editado por cierto ahora en Acantilado, Editorial por la que quitarse el sombrero (con la traducción del griego de Eduardo Gil Bera). Longino abriría con este Tratado el camino del que a posteriori bebería Séneca y que traduciría Nicolás Boileau en 1674 rescatándolo de las aguas turbulentas del olvido y convirtiéndolo en una obra de referencia y preceptiva junto con la “Poética” de Aristóteles al menos hasta el siglo X.
Cabe, en segundo lugar, preguntarse ¿qué consideramos “sublime”?. ¿Cómo ponerle a algo inexpresable nombre y apellidos?. Y tercero, ¿qué tipo de acercamiento se debe producir ante un término tan solemnemente elevado y a la vez tan endiosado para no desfigurarlo y hacerlo tambalear? Mereciendo la pena el esfuerzo, ¿cada persona tiene en su mente una idea de lo sublime o es lo sublime algo categórico?. Tiendo a pensar en lo primero. Que cada persona hace de su capa un sayo. Pensemos por ejemplo en el Nessum Dorma o en el O mio babbino caro, estas dos preciosísimas arias del venerado Giacomo Puccini. ¿No les ponen el vello de punta Luciano Pavarotti o la gran Maria Callas cuando Pavarotti representa el “Al alba vincero” o cuando la Callas se mete en el papel de Lauretta?. Piénsenlo. Escúchenlas porque ambas suenan como ánforas o cajitas musicales que si las abren, son capaces de, a poquitos, llevarles al éxtasis. Por cierto, que el término éxtasis proviene del griego, (ek-stasis), proceso por el cual una persona experimenta un estado de plenitud y grandeza tan máximas, que se tornan inexplicables por la razón pero concernientes al alma. Les he puesto ejemplos de dos impresionantes arias muy conocidas pero deduzco que siendo lectores inteligentes, lo serán también al unísono para seleccionar su música predilecta en base a sus gustos. O puede y con razón que no estén para nada de acuerdo con mi criterio selectivo y sean tal vez de gustos eclécticos y más propensos a una música mucho más moderna. Sobre gustos, como saben, no hay nada escrito. O sí??. ¿Y si ya todo estuviera escrito y más que escrito?. ¿ Existe la canción, el libro o el poema más bonitos del mundo? Preguntas al aire.
¿No son sublimes la delicada y dulce nana cantada por la incomparable soprano española Victoria de los Ángeles, un paseo mañanero por una naturaleza que brota a nuestro paso, el Jardín de las Delicias de El Bosco, una película cuyos protagonistas nos hagan enternecer, una banda sonora original que nos recuerde al amor de nuestra vida, la cara de una mamá que acaba de dar a luz, la felicidad de una matrona que ayudó a que sano naciera, un doble arco iris, un plato de cocina elaborado con amor, que de pucheros algo sabía Santa Teresa de Jesús, un rezo de oración en un lugar de retiro y peregrinación que concluye con un imponente y declamatorio “es palabra de Dios”? ¿Hay algo más sublime y portentoso que esto? ¿Quién se atreve a decir algo que arruine el silencio al término de una oración? Quien tenga algo que decir o que objetar, que hable ahora o que calle para luego.
USUE MENDAZA
Un artículo sublime para hablar de lo sublime. Gracias, Usue, te has superado a tí misma
Sublime. Relaja leerte y como expresas cada tema al detalle.
Y sí pienso que cada persona tiene en su mente una idea de lo sublime
Gracias¡