¿Democracia fallida?
¿Predicación homilética? ¡No! La confianza en el sistema y en la moral se están perdiendo. El termómetro social marca la bajada. La sociedad está siendo fustigada desde el poder y no reacciona. Se introduce en ella el vacío de la zafiedad desde los medios televisivos para que los instintos maniaten al pensamiento y sobrevenga la docilidad.
Democracia manipulada por la partitocracia que se apoya en un progresismo banal para mantenerse en el poder; no sólo el régimen que pretende imponer, sino también los muchos advenedizos que medran y viven de la política, sirviendo a la voz de su amo. ¿Vivir para el pueblo o vivir a su costa?
Leyes invertidas. Se condena al inocente e indefenso y se exonera al culpable para que no responda de lo que ha engendrado. Vida sin valor. Primero, los que vienen al mundo, después, los que están a punto de irse del mundo. ¿Mañana, tal vez los que no produzcan para el mundo?
Retroceso en la superación cainita. Transición desnudada por reavivarse el enfrentamiento ya superado mediante trincheras ideológicas. División entre hermanos. Los verdugos de ayer son las víctimas de hoy. Ni siquiera los muertos pueden descansar en la paz de su reconocimiento. La inocencia ha de ser probada y no la demostración de la culpa. Basta que lo señale la fragilidad de un dedo, apoyado por el clamor de un eco persistente. La Historia pretenden reescribirla, de manera que sepamos no lo que fue, sino lo que otros quieren que hubiese sido. La indigencia se combate desde el subvencionismo, nublando la iniciativa y creando la dependencia al poder. ¿Se puede sacar constantemente agua del pozo sin agotar su recurso, o habrá de reemplazarla con alguna aportación social? La política adquiere rasgos chulescos. Se dice una cosa y se hace la contraria, con tanta frecuencia y celeridad que pronto la nueva oculta a la anterior. La respuesta en las urnas, pero, mientras, ¿qué? El Premier británico dimitió por naderías comparadas con lo que aquí se hace. No todos los pueblos tienen el mismo perfil democrático. Será porque somos diferentes. ¿Hasta cuándo, Pueblo?
Ángel Medina
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