El barrendero.
Amanece, es muy temprano,
la aurora sucumbe el cielo,
las golondrinas despiertan,
comienza a vivir el pueblo.
En silencio y cabizbajo,
con los ojos en el suelo
y con el carro en la mano,
andando va el barrendero.
Camina solo y despacio,
no le asusta el sol ni el tiempo,
los años que en él pasaron
son hoy, un vivo recuerdo.
Un recuerdo que despierta
pero que nunca fue sueño;
una vida que luchando,
ha vivido y consumido,
para pronto echar el vuelo.
Hoy todavía recuerda,
las miradas de desprecio,
cuando la gente con sorna
murmuraban a lo lejos.
El hombre va con su carro
solo y mudo en el silencio,
barriendo la suciedad
arrojada por el suelo.
Pasaron años, la vida
no cambió su fiel destino,
y en ese largo camino
por donde un hombre pasaba,
quedó la imagen grabada
de su recuerdo sincero,
de aquél viejo, aquél abuelo,
que era todo y no era nada,
solo un simple barrendero.
Juan A. Galisteo Luque
Del libro: Café Boulevard
Imagen de Liérganes (Cantabria)
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