El Carisma.
Mi madre me dio siempre muchos buenos consejos, pero resalto aquí uno que nunca me falló: “Decidas lo que decidas hacer con tu vida, sólo te pido dos sencillas premisas: primero, que lo hagas bien y segundo y más importante para ti, que te haga feliz”. El consejo materno bien podría parecer uno como otro cualquiera, si no fuera por el hecho de que provenía de una mujer carismática, actriz de profesión, pero inventora de vocación, cuya mayor pasión en la vida fue inventar y que, siendo precursora de los actuales sistemas de tecnologías al diseñar el primer espectro ensanchado, sentó las bases de lo que actualmente llamamos “wifi”.
Me llamo Denise y soy la hija octogenaria de la inventora austriaca Hedy Lamarr, mujer influyente en la Historia y carismática donde las haya, y cuya labor a favor del progreso actual, se vio desgraciadamente eclipsada por su reinado en el olimpo americano. Pero mi madre era en aquel dorado mundo hollywoodiense, mucho más que una cara bonita: yo diría que, además de una madre excelente, una mente privilegiada. Es más, desprendía una seguridad insólita y un carisma indescriptible en todo lo que se proponía. De condición judía, ofreció al Gobierno de los Estados Unidos información confidencial y se puso a trabajar para la victoria aliada sobre el nazismo con el desarrollo de nuevas tecnologías militares.
Fue distinguida con importantes premios en vida y a título póstumo en 2014, incluida en el National Inventors Hall of Fame. Sería no ya una verdadera pena; también una bajeza para la Humanidad, recordarla como la primera actriz que fingiera un orgasmo en una de sus tantas aclamadas películas.
Hoy, como mujer y como hija, me enorgullezco de poder contarles todo esto y de que mi madre figure entre las listas de mujeres que más han marcado e influido en la Historia. Pero de si algo me siento verdaderamente orgullosa, es de haber seguido a pies juntillas el consejo materno, y de haber hecho con mi vida, aquello que más rotundamente feliz me hace.
USUE MENDAZA