Elevación.
A menudo convendría elevar la mirada cotidiana y bastante raquítica que prestamos a la vida. Vamos casi siempre como transeúntes de prestado (estamos por aquí de paso) o como personajes de pacotilla en historias constreñidas, hechas a la medida de las necesidades más imperiosas o de los deseos más mundanos. Nuestro foco de atención diario, emplea un objetivo de corto alcance dirigido a nuestras vivencias y ciertamente limitado por un sistema narcisista donde lo más importante es el propio sujeto. Y no reparamos en que el “Yo, sujeto” se trata únicamente de una millonésima parte ínfima, intrascendente, de un globo terráqueo superpoblado de otros “yo sujetos” que también se miran el ombligo. Se torna necesario, como decía, y muy saludable también, alargar las patas de nuestro trípode, para tener una visión del mundo por un lado menos tenue, reconfortante y ensimismada que las que nos facilita nuestra zona de confort, y por otro mucho más verdadera, realista y objetiva: en definitiva, una mirada que no nos deje impasibles.
El escritor, diplomático, periodista y también prosista Amado Nervo, indiscutiblemente uno de los mejores poetas que haya dado Latinoamérica, se nutre en su libro de madurez ELEVACIÓN (Colección Austral), de esta mirada recién mencionada; Amado Nervo abandera la elevación a través de su Poesía. No le pasan inadvertidos temas como la FE, el AMOR, la INJUSTICIA o la BONDAD; incide a través de sus versos, y no de forma tácita y secreta, (que no quede otro remedio que leer entre líneas), sino de manera sincera y directa sobre “los ojos cerrados de los hombres”, los cuales son “cual naves que pasan en la noche”, y escribe “los ojos abiertos son para ver la vida”. A.N. nos invita a ser como montañas, “que miran al sol primero que el valle” o como torres “que platean la luna antes que el caserío” e interpela al lector a ser como fanal, “que atalaya el océano más que mirada alguna” para empinar bien nuestro ensueño, para que a nuestra oportuna luz, divisemos más pronto nuestro lejano Ideal.
Amado Nervo, en su misticismo transparente como agua cristalina, no se conforma con sólo mirar. De hecho, escribe también “da”, que dirige al lector como imperativo, y va incluso más allá, porque no se trata de dar de cualquier forma sino “como el venero” o manantial de agua. Aquí Amado introduce el tema de la CARIDAD, que la define como “vuelo sublime”. La poesía de Nervo, se muestra por tanto con ciertos atributos que le hacen si cabe más excelente, el de los buenos sentimientos y el de la generosidad sin límites. Y así escribe en SI UNA ESPINA ME HIERE los siguientes versos:
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores
y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia.
Los poemas de Amado retumban mensajes nobles como que miremos elevándonos, o que demos siempre la mejor esencia de nosotros mismos, y llega incluso un poquito más lejos; en su “FIDES” (que quiere decir CONFIANZA), nos manda un mensaje de obligada lucha:
No te resignes antes de perder
definitiva, irrevocablemente la batalla que libras.
Que tu fe trace un círculo de fuego
entre tu alma y los monstruos que la cerquen,
y si es mucho el horror de los fantasmas
que ves, ¡cierra los ojos, y arremete!
Hace también el poeta un guiño a la MÚSICA en su poema del mismo nombre en el que sólo las claves, sólo las pautas y las notas revelarán al mundo sus bellezas ignotas, si bien de su famoso poema SI TÚ ME DICES VEN, se inspiraría más tarde el precioso bolero de amor, lo dejo todo.
Y termina el libro con unas palabras dirigidas al seducido lector: “Este libro sin retórica, sin procedimientos, sin técnica, sin literatura, sólo quiso una cosa: elevar tu espíritu. Y lo rubrica ¡dichoso yo si lo he logrado!”. Amén.
USUE MENDAZA