ENTRE EL ESPEJO Y LA SOMBRA
(Dedicado al poeta José Zorrilla y Moral)
Despierta estaba Pucela,
a la luz tornasolada
de un campo lleno de estrellas
que en el cielo la observaban.
Primorosa y encendida,
la Luna, blanca de nácar,
resplandeció con su manto
y sus anillos de plata.
Después de observar que el Sol
receloso la acosaba,
se escondió entre los remansos
que el río Pisuerga dejaba.
A eso de la media noche,
entre musas y entre lamias,
José Zorrilla, el poeta,
dijo al viento estas palabras:
*
Rio Pisuerga que te alejas
por las tierras de Simancas,
para morir en el Duero
entre maltrechas barrancas,
¡líbrate de Tordesillas!
y de esas pozas amargas
que adormecen el sentido
con su estrépita arrogancia.
No quiero que me abandones,
yo no quiero que te vayas
como huyen las sirenas
hacia el mar desde otras playas.
*
En el Parque Campo Grande,
en una estatua cercana,
vive mi luz prisionera
de su sombra enamorada.
Cerca de ella hay una fuente
que cien surtidores mana;
aunque no es la del romance
del moro y de la cristiana,
aquella bella cautiva
de la Vega de Granada.
*
Desde allí, siento y escucho
que sollozando me llamas,
con el canto de la alondra,
al despertar la alborada.
También a las golondrinas,
que con sus febriles alas,
regresan con el estío
en esas tardes calladas.
*
Yo que nunca te escribí,
ni te canté una romanza,
que no arrojé flor alguna
al caudal de tu elegancia,
hoy vivo de tu presencia,
de tu sonido y semblanza,
aunque me robe el aliento
el recuerdo y la añoranza.
*
Rio Pisuerga, que despiertas
un manantial de fragancia,
desde esa Fuente del Cobre,
allá, en aquellas montañas,
¡no te vayas de mi lado!
¡acaríciame la almohada
con elegantes suspiros
de sueños y de bonanzas!
*
Rio Pisuerga, rio Pisuerga,
que cruzas Castilla llana,
para entregar en el Duero
tu inmenso caudal de agua,
¡no dejes de visitarme!
¡llega pronto a mi morada!
pues siendo tu compañia
tan noble y apasionada,
ya siento frío y hastío,
en estas noches heladas.
*
Ya se ha dormido Pucela
y una luz difuminada,
borra del azul celeste
a la Luna enamorada.
Sigiloso baja el río,
el Puente Mayor lo abraza;
con él, se van los recuerdos
entre sus troncos y ramas.
*
Bendita Valladolid,
donde yo viví la infancia
rodeado de trigales,
amapolas y majadas,
¡Quién pudiera en otra vida,
lograr despertar el alma
y no verme en este espejo
eterno de mi esperanza!
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Juan A. Galisteo Luque
Premio Pucela del Centro Vallisoletano
de (Barakaldo) Bizkaia 2016
en su XXX certamen de poesía
Derechos registrados y fotografía del autor