Eloy M. Cebrián
Pese a la buena acogida que el público ha dispensado a sus novelas Memorias de Bucéfalo y Bajo la fría luz de octubre, la producción literaria del escritor albaceteño Eloy M. Cebrián no se circunscribe únicamente a la narrativa histórica, siendo ‘alma mater’ de la revista literaria El Problema de Yorick y editando antologías de relato como la celebrada Histerias Breves, además de sus labores como articulista. Eloy M. Cebrián conversa con los lectores de El Día en torno a su obra Bajo la fría luz de octubre que el próximo 23 de abril, Día del Libro, celebrará su cuarta edición y será hilo conductor del acto previsto en el albaceteño Centro de Interpretación de la Paz. Bajo la fría luz de octubre es un ejercicio de memoria histórica en primera persona recomendado como lectura para los alumnos de numerosos institutos de toda España dado su valor didáctico y fiel reflejo del contexto de la época. Fue merecedor del Premio Jaén 2003 de Narrativa Juvenil, recibido de manos de la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, y se encuentra publicado en la Serie Roja de la editorial Alfaguara.
La novela será hilo conductor del acto a celebrar el 23 de abril en el Centro de Interpretación de la Paz. La historia es un flash-back recordado desde el presente, un presente impreciso que no se menciona pero que sitúa a la voz narradora en la vejez. Junto a los personajes protagonistas, aparecen personajes históricos como Manuel Azaña, La Pasionaria o Rafael Alberti.
Tragedia compartida
“Este libro – señala Eloy – no ha sido escrito con espíritu revanchista. Está contado desde la óptica de una familia republicana, por lo que no es imparcial pero sí tiene una neutralidad psicológica porque la guerra fue una tragedia de todos. Aunque todos sufrieron la Guerra Civil, hubo una parte de España que también sufrió la represión posterior”.
El objetivo de esta narración pasaba por “recuperar las historias familiares de las que tenía conocimiento fragmentario pero que nunca había conseguido completar. Para ello recurrí a mi tía Maruja Cebrián, cuya foto aparece en la cubierta del libro, hermana mayor de mi padre, que fue quien más sufrió aquella época en mi familia y la que recordaba lo sucedido con mayor claridad y viveza: el día de la proclamación de la República, el día que estalló la guerra, el día en que detuvieron a mi tío Antonio Cortés, por aquel entonces presidente provincial de Izquierda Republicana, el partido de Azaña, que llegó a ser gobernador civil, detenido durante la llamada Semana Fascista, en la que Albacete estuvo en manos de la comandancia de la Guardia Civil”.
Prisión o muerte
“Maruja Cebrián – prosigue – asistió por casualidad al juicio contra mi abuelo; fue a llevarle comida a la cárcel y se encontró con que lo habían llevado a juzgar. Ella, joven adolescente, entró en la sala y vio como condenaban a pena de muerte a muchos encausados. Por fortuna mi abuelo gozó de testimonios favorables y fue condenado a prisión”.
“En este libro quise reflejar, además de lo vivido por mi familia, tanto el trasfondo social, cómo se vivía, cómo era la enseñanza y la vida doméstica, como el trasfondo histórico, situando los acontecimientos en su contexto”.
Voz emocionada, emocionante
“A mi tía le debo no sólo el grueso de la narración, a la que yo he añadido elementos fictios para articular la historia, sino la voz presente en la novela, que refleja el modo en que me contaba sus experiencias y que difiere de mi modo habitual de escritura. El estilo coloquial de narración que me transmitió Maruja Cebrián despierta la emoción de los lectores, algo que me han comentado en numerosas ocasiones a propósito de presentaciones o encuentros con clubes de lectura. Los lectores se identifican muy intensamente con la novela, especialmente los lectores de cierta edad, que llegan a apasionarse y a dar rienda suelta a intensos y acalorados debates, algo que refleja que las heridas siguen abiertas, que no se han cerrado en absoluto, y no lo han hecho porque, en mi opinión, aún no se ha dicho todo lo que debe decirse sobre la Guerra Civil”.
Ricardo Pérez Hernández
(Publicado el 15/04/07 en El Día de Albacete)