Criaturas trágicas y malvadas que se ven hundidas en un mundo de mentiras y crueldad.

   Miguel Rivera va ya a por su tercera novela, la cual aún sigue inédita hasta que alguna editorial la saque a la luz. Mientras tanto, se ha especializado en el imaginario de criaturas trágicas y malvadas que se ven hundidas en un mundo de mentiras y crueldad, papel que solo hay una figura en toda la literatura que puede representarlo perfectamente: los vampiros.

   Sus dos obras publicadas son El retrato del depredador y El ritmo de los condenados.

 

   1– Miguel, tras publicar El retrato del depredador y El ritmo de los condenados, acabas de terminar una nueva obra inédita: Los inmortales de Castilla. ¿Forman una saga tus obras? ¿Mismo universo? ¿Personajes compartidos? ¿Son totalmente independientes y autoconclusivas? Ponme un poco en contexto.

   Sí, las tres se ambientan en el mismo universo, y hay personajes que salen en varias. Las dos primeras que mencionaste son novelas hermanas: ocurren más o menos en la misma extensión de tiempo, pero narran los acontecimientos desde un lugar y perspectiva diferentes. Los inmortales de Castilla se podría considerar una precuela muy distante (más de 500 años en el pasado). Todas son independientes y autoconclusivas: se pueden leer en cualquier orden.

   2– ¿Por qué el título de El ritmo de los condenados?

   Escojo los títulos que me parece que suenan bien, y a menudo sacados de música, de bandas que me gustan. En este caso, es del disco Tempo of the Damned, de la banda Exodus. Como la novela tiene que ver con música, me pareció que le iba como anillo al dedo.

3– ¿Y El retrato del depredador?

   Igual que el anterior, sacado del disco A Predator’s Portrait de Soilwork. En este caso no tiene nada que ver con la trama; me parecía un título genial nada más. La escribí hace unos cuantos años; si la hubiera escrito ahora, tal vez me habría esmerado en buscar un título más a propósito de la historia.

4– Tengo que preguntarlo también: ¿Los Inmortales de Castilla? ¿Qué nos dices con el título?

   Este es mucho más sencillo. Me gustan los títulos con estructura de: “el tal de tal cosa” (creo que se nota), y para esta no me compliqué. Quería un título sencillo y pegadizo: la novela tiene lugar en Castilla y tiene inmortales (vampiros). Por lo tanto, Los Inmortales de Castilla.

   5– ¿Cómo ha evolucionado tu visión sobre los vampiros a lo largo de tus novelas?

   En el fondo, sigue siendo la misma: son criaturas trágicas y malvadas que se ven hundidas en un mundo de mentiras y crueldad, y deben resistir el impulso de matar, así como el de dejarse llevar por la forma de ser de sus congéneres. En El retrato del depredador los protagonistas hacen lo contrario y se rinden inmediatamente, mientras que en El ritmo de los condenados sí que hay resistencia, aparte de que toda la novela tiene un ambiente más barriobajero y directo. En Los Inmortales de Castilla, el punto de vista del cristianismo antiguo le da otro regustillo, pero a fin de cuentas es lo mismo: monstruos que viven separados de los humanos como por una especie de velo, y que luchan contra su mal de forma romántica y desesperada. Es lo que he heredado de Anne Rice, y es difícil ir en contra de tus influencias.

   6– ¿Podrías describir tu proceso de escritura para cada una de estas novelas?

   Con El retrato del depredador fue algo caótico, pues la preparé poco y me fui inventando la historia sobre la marcha. Cambié de estrategia en los últimos capítulos, planeándolos a fondo antes de escribirlos. Me salieron mejor, y por eso decidí que haría lo mismo con el resto de mis novelas a partir de entonces, desde el principio.

   Lo que hago ahora siempre es: primero anoto todas las ideas que se me van ocurriendo, y las voy organizando. Cuando tengo suficientes, me pongo a planear la novela a fondo, escribiendo una sinopsis muy larga y detallada, dejando claro lo que va a pasar en cada escena. En paralelo, reúno todo el material necesario para documentarme sobre lo que haga falta (en el caso de Los Inmortales de Castilla, fueron cientos de documentos). Solamente cuando lo tengo todo planeado al milímetro, empiezo a escribir la novela en sí. Me permito improvisar si se me ocurren ideas nuevas sobre la marcha, pero en general procuro no desviarme.

   Así, el resultado es mucho mejor: es como cuando en el colegio te decían que le “dieras otra vuelta” a la redacción. Mis novelas tienen tramas complejas, y quedan mucho más compactas y con mejor ritmo haciéndolo así. Además: cuando está terminada la sinopsis, en cierto modo ya he experimentado el proceso de descubrimiento de la historia una vez, y usando eso como base, las ideas y los personajes maduran todavía más la segunda vez. El proceso es más difícil y laborioso, pero la recompensa es una obra de mucha más calidad. Merece la pena con creces.

   7– ¿Algún personaje favorito?

   Requiario de Compostela, de Los inmortales de Castilla. Creo que es el personaje más estético, elaborado e interesante que he creado hasta la fecha. No puedo dar detalles, claro.

   8– ¿Cuáles son tus planes literarios, Miguel? ¿Qué pasos quieres dar en la industria editorial?

   Lo más importante sería encontrar una buena editorial que diera a conocer mi obra; poder verla en librerías. Llegar a los lectores, saber que conectan con mi obra, con la estética y las sensaciones que transmite, quizá incluso conocerlos en persona. Lo ideal sería que esto solidificara mi carrera, aunque soy consciente de que es mucho pedir. De todas formas, escribo novelas porque es mi vocación, y ya estoy planeando la siguiente. Me gustaría continuar en el camino editorial, con la misma editorial si estamos a gusto, o buscando nuevas opciones.

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