Entrevista a Gustavo Galán. Por Cristina

Gustavo Galán

Entrevista a Gustavo Galán

 

Gustavo Galán, autor de la novela «Camino del Ojo del Agua».

-.Gustavo, su obra parece una novela costumbrista, ¿A lo Fernán Caballero o cercana al realismo de Pérez Galdos?
Quizás más cercana al realismo de Pérez Galdós; las obras de Fernán Caballero están impregnadas de un cierto romanticismo que no creo que exista en mi novela. Sin embargo, este realismo costumbrista español de principios del sXX no es el realismo en el que más me he fijado para escribir la novela. Otros autores españoles y aragoneses modernos, incluso algunos muy recientes, han escrito también desde una óptica costumbrista y rural. Es el caso, así mismo, de algunos autores extranjeros, americanos por ejemplo, que reflejan en sus novelas la realidad de las zonas mas olvidadas de sus países.

– ¿Cómo nacieron las historias que se entrecruzan en Camino del Ojo del Agua, porqué ese narrarlas en tercera persona, se identifica con los personajes, qué siente al escribir sobre un pueblo rural de nuestra tierra aragonesa?

La novela se estructura en dos historias diferentes que convergen al final. Una principal, narrada en primera persona, sobre unos acontecimientos relativamente recientes en los que la llegada de un forastero a un pueblo pequeño provoca una serie de convulsiones y confrontaciones en sus habitantes. Es la parte más costumbrista de la novela y expresa un poco el proceso de aprendizaje de un apenas adolescente al descubrir el mundo y la vida que le llega. En cierto modo es autobiográfica, especialmente en la ambientación general de la historia, no así en la trama. La segunda historia, narrada en tercera persona y en tiempo muy anterior, sirve de contrapunto a la anterior, y pretende ser una introspección en las vicisitudes y anhelos del personaje en la búsqueda de sus últimas razones. Esta historia, descrita en la infinita soledad del personaje encerrado en medio del monte, nació de la fascinación por los personajes y las personas que se enfrentan a la soledad en sus trabajos o en sus vivencias personales.

-«Camino del Ojo del Agua» conserva un registro dialéctico propio del campo español en los 60, con valores sociales que todavía perviven.

Así es, el registro dialéctico que refleja la novela es el que se escuchaba en pueblos como el mío a finales de los años 60. Todavía perdura gran parte de ese vocabulario especial por desusado, un vocabulario que pertenece tanto al castellano como al léxico aragonés desde hace siglos. Es curioso que algunas de estas palabras, apenas usadas en la actualidad salvo en algunos de estos pueblos, están en pleno uso, en vocablos muy similares, en otros idiomas derivados del latín, como el francés, por ejemplo

-No tiene la sensación de describir un Aragón de miseria y sed?

No lo creo. La novela sólo intenta reflejar la situación de muchos pueblos en aquellos años. Y no creo que fuera una situación de miseria. Muy al contrario. Muchos de ellos eran pueblos, pueblos de montaña, con una gran riqueza, tanto económica como social. Y justo en los tiempos en los que se ambienta la novela es cuando comenzaron a perder la riqueza que atesoraban: la emigración, la modernidad que trajo consigo nuevos avances tecnológicos que facilitaron muchas labores pero, al mismo tiempo, les introducía en un mundo muy competitivo…y sobre todo, una nueva forma de comunicación, en la que las relaciones personales perdieron gran parte de función como aglutinante social, dando paso a nuevas formas de comunicación que han llevado a una cierta deshumanización del paisaje rural.

-Es su primera publicación. ¿También lo primero que escribe? Su vocación literaria, es un pasatiempo o un desafío? Qué proyectos nos puede adelantar?

Es mi primera publicación, pero no lo primero que escribo. Empecé hace bastante tiempo, cuando era estudiante de bachillerato en Calatayud. En aquella época, alentado por uno de los profesores de literatura, comencé a escribir algunos relatos cortos y así continúe durante un tiempo. Posteriormente, tuve que dejarlo hasta hace unos pocos años en los que las circunstancias han vuelto a permitirme dedicar tiempo a la escritura. Es tanto un pasatiempo como un desafío, pero lo que es sobre todo, es una necesidad, como les sucede a muchos escritores. Sobre el futuro, tengo empezadas otra novela, de ambiente más urbano y actual; y continuo escribiendo relatos cortos, una de las formas narrativas que más me atraen y que considero más difíciles de realizar.

-Una confidencia, ha sido duro lograr que su primera obra se publicara? Para un autor novel que vive fuera de círculos literarios qué sensaciones da el verse impreso, además en una muy digna impresión como la de la Editorial Magentha?

Un poco duro. Justo al terminarla me puse en contacto con tres o cuatro editoriales –no las principales, pero tampoco editoriales muy minoritarias-, que, en la mayoría de los casos, ni siquiera me contestaron. Pasó un poco el tiempo, hasta que en un librería de Madrid, encontré la colección Primera Obra de Maghenta Editorial. Cuando la descubrí apenas le hice caso, pero recapacitando, volví sobre ella para tomar los datos de la editorial y ponerme en contacto con ellos. Inmediatamente me respondieron aceptando el original y prometiéndome una respuesta en un plazo corto. No fue tan corto debido a que recibieron muchos originales y tardaron en revisarlos todos, pero finalmente y para mi sorpresa, aceptaron publicar la novela. Cuando tuve en mis manos la novela, en una edición muy cuidada, que no esperaba para un autor novel, no pude por menos que sorprenderme de haber conseguido llegar hasta allí.

-¿Cómo entiende su relación con los lectores?
Desde la cercanía. Un libro se escribe siempre con vocación de ser leído.

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