Cualquier lector que sea un poco aficionado al género histórico se habrá preguntado alguna vez si España habría podido tomar otro camino en algún momento, haber optado por unas decisiones distintas de las que se tomaron a lo largo del tiempo y haber gozado de un pasado diferente, tal vez mejor. En esta línea, Vae Victis, obra de Francisco Sánchez (Valencia, 1964), ahonda en el papel que nuestro país jugó durante la II Guerra Mundial y las implicaciones que habría podido tener para nuestra historia habernos adentrado por una senda menos conocida de aquellos años peligrosos, trágicos y fascinantes.
«Escribir novela histórica requiere un aprendizaje previo que me apasiona».
¿Cuál era tu principal objetivo cuando escribiste Vae Victis?
Mi principal objetivo fue dar vida a una historia que me tenía atrapado desde hacía años. Por una parte, era un ejercicio intelectual que trataba de responder a la pregunta «¿Por qué España no entró en la II Guerra Mundial, y qué habría pasado si lo hubiera hecho?». Pero, por otra, se trataba también de alinearme emocionalmente con aquellos que perdieron, con los que se quedaron sin voz, con los que quedaron en las cunetas, y también con los familiares de todos ellos. Vae Victis habla de un período muy dramático del pasado de nuestro país. Pero también un período de esperanza para muchos. Un momento en el que todo estaba en el aire. Todavía no existía un régimen político consolidado, y Europa estaba sufriendo la peor guerra de su historia. Todas las posibilidades estaban abiertas, y el futuro de España dependía de si se aliaba con los vencedores o con los perdedores de esa guerra europea.
¿Cómo de neutral fue nuestro país durante la II Guerra Mundial?
De acuerdo con toda la documentación a la que he podido tener acceso, la posición diplomática de España fue variando en función de los progresos de Alemania en la guerra. Al principio, en 1939, España declaró una neutralidad estricta. Pero en septiembre de 1940, cuando Alemania ya había conquistado casi toda Europa, se declaró un estado de «No beligerancia». Este estado fue un invento del régimen franquista que, básicamente, significaba que por el momento no entraría en la guerra, pero que estaba a favor de Alemania e Italia. Era un concepto nuevo en la diplomacia europea que permitía al régimen nadar y guardar la ropa. Una declaración de guerra a Inglaterra, en esos momentos la única potencia que se enfrentaba a Alemania, hubiera supuesto un bloqueo naval completo. En ese momento España no se lo podía permitir porque dependía totalmente del trigo de Argentina y del petróleo de Venezuela. De este modo, podía seguir manteniendo relaciones diplomáticas, aunque muy tensas, con Inglaterra y con Estados Unidos. Pero, al mismo tiempo, envió la famosa División Azul, compuesta por voluntarios, a luchar al frente ruso. Sin embargo, en 1943, tras la derrota del ejército alemán en la Batalla de Stalingrado y el desembarco aliado en julio del mismo año en Sicilia, las posibilidades de una victoria aliada se empezaron a ver más claras. En ese momento el régimen de Franco cambió el estado de «No beligerancia» por el de «Neutralidad». Aunque lo cierto es que siguieron colaborando con el gobierno nazi de una forma más encubierta. A nivel formal, la declaración de neutralidad le permitía seguir negociando con los dos bandos, y posiblemente escapar de las sanciones que impusiera el bando vencedor en la guerra.
A la hora de documentarte para escribir Vae Victis, ¿te has encontrado con muchas cosas que no sabías sobre ese periodo de la historia de España? Si es así, cuéntanos alguna.
La mayor parte de la novela transcurre en España, y más concretamente en la comarca del Bierzo, pero Vae Victis también tiene una dimensión internacional muy importante. Es lógico en un entorno de guerra mundial, y en un país en el que todas las potencias en conflicto tenían muchos intereses por motivos geoestratégicos. Digo esto porque tal vez el aspecto que menos conocía, y que más me ha apasionado, ha sido el papel de la diplomacia, sobre todo la británica, en el transcurso de la contienda en España. Y cuando digo diplomacia, en esa época, es inevitable hablar también de espionaje al máximo nivel. Ambas actividades estaban muy relacionadas, ya que la obtención de información sensible, para poder utilizarla más tarde en los canales diplomáticos, tan solo se podía obtener por medio del espionaje.
Y al hilo de la anterior pregunta, ¿dirías que hay partes de la historia que se nos ocultan por motivos partidistas o intereses particulares?
La historia siempre es utilizada por los poderosos, y por lo tanto siempre es partidista. A veces la utilización es muy descarada y resulta grotesca. Otras veces es más sutil, y pasa más desapercibida, pero siempre hay un espacio por donde se cuela la ideología, incluso a nivel subconsciente ¿Se nos ocultan partes del pasado? Yo creo que en el mundo digitalizado en el que vivimos es difícil ocultar ciertas cosas, más bien diría que no se hace un esfuerzo por conocer ciertos aspectos del pasado por parte de las instituciones. Para estudiar el pasado hacen falta recursos, tanto técnicos como económicos. También personal especializado, horas y horas de trabajo en archivos, etc. Debe haber un auténtico interés por llevar a cabo todo esto. Y por supuesto no siempre interesa. Hace unos días leía que el Gobierno Autónomo de Aragón ha derogado la Ley de Memoria Histórica de esta comunidad. Eso significa que se van a retirar todos los recursos, los pocos que había disponibles, para estudiar una parte de nuestro pasado que parece que hoy en día algunos se empeñan en negar. No se dan cuenta de que echando tierra encima no van a acabar con el problema, solo lo van a empeorar. El negacionismo no solo insulta a la inteligencia, sino que es una ofensa a los descendientes de las víctimas y tan solo sirve para tensar a la sociedad, que siempre es uno de los objetivos de la ultraderecha.
En tu opinión, ¿qué debe tener una buena novela histórica para enganchar?
Creo que debe tener una trama sólida y bien estructurada, unos personajes extraordinarios pero creíbles y un lenguaje cercano al tiempo que evocador. En ese sentido, no se diferencia de otros géneros, pero, además, si hay una documentación rigurosa que le dé soporte, eso la hace mucho más creíble, y, por lo tanto, más interesante.
La novela histórica no es creación puramente académica, aunque tampoco es cien por cien ficcionada, ¿puede servir para aprender historia a través de ella?
He leído muchas novelas históricas, pero siempre que he querido comprobar si algún dato o acontecimiento era cierto he ido a contrastarlo con libros de historia. Creo que la novela histórica aporta un ambiente, una caracterización psicológica de los personajes y un deleite con la lectura que están fuera del alcance de la mayoría de los libros de historia.
Tu novela se inscribe dentro del género de historia alternativa, ¿dirías que España estuvo en disposición de tener un pasado mejor que el que tuvo?
¡Claro! Todos los países pudieron tener un pasado mejor, y España no es una excepción. Es la historia de la humanidad. Oportunidades perdidas, desencuentros, guerras sin sentido, persecuciones políticas o religiosas, esclavitud, marginación de las mujeres en prácticamente todas las culturas y períodos históricos… Pero supongo que quieres una respuesta más concreta. Centrándonos en el papel de España en la II Guerra Mundial, si hubiera combatido junto a Alemania y, por supuesto, hubiera perdido, nos habríamos ahorrado 40 años de dictadura, habríamos tenido ayuda norteamericana para reconstruir el país, España se habría integrado en Europa mucho más pronto y por lo tanto sería un país con una base democrática más fuerte. ¿A qué coste? Eso es lo que no podemos saber. Pero esto es tan solo un debate intelectual, una reflexión que para mí es necesaria, pero nuestra tarea ahora es construir ese futuro que nos gustaría tener. Para ello tenemos que reescribir la historia, una historia que satisfaga a todos, lo cual, hoy por hoy, lo veo muy difícil. Sin embargo, es una tarea imprescindible si queremos tener un proyecto de futuro en común.
Este no es tu primer libro: has escrito otros libros anteriormente, como La socialdemocracia ha muerto. ¿Qué hacemos con el neoliberalismo? y Mafia Salud S. A. ¿Qué dirías que tienen en común con Vae Victis?
Hay una pregunta que me obsesiona, y es cómo conseguir la justicia social, la equidad y la libertad desde una posición de no violencia. Vae Victis describe un mundo terriblemente violento, desgarrador. Hoy en día, por fortuna, no vivimos esa violencia de los años 30 del siglo pasado, pero hay una violencia estructural, insertada en las leyes, en las instituciones, y en las formas culturales que no por ser menos evidente es menos real. Mafia Salud S.A. describe una situación perfectamente legal, pero tremendamente injusta, mientras que La socialdemocracia ha muerto. ¿Qué hacemos con el neoliberalismo? aporta análisis y soluciones para avanzar en este sentido. Por lo tanto, lo que tienen en común es que, desde distintos puntos de vista, se intenta dar respuesta a esa pregunta.
¿En qué género te encuentras más a gusto escribiendo?
Los dos primeros libros fueron muy orgánicos, y me salieron casi sin esfuerzo. Con Vae Victis la experiencia ha sido muy diferente. Quería escribir una historia que hiciera honor a la realidad que cuenta, una realidad trágica, compleja, con muchísimas capas interconectadas y difíciles de desenmarañar. Por ello tuve que hacer un esfuerzo consciente para contar la mejor historia que yo fuera capaz de escribir. Por eso me he pasado muchos años pensándola, estructurándola y, finalmente, escribiéndola. Cada detalle, cada frase, cada palabra está tratada con mucha atención, con mucho mimo. Este libro ha marcado profundamente mi carrera como escritor, por eso lo más probable es que a partir de ahora me dedique, casi en exclusiva, a la novela histórica. Escribir una novela histórica requiere un aprendizaje previo que me apasiona, y, por otra parte, permite hablar de temas que están más allá del tiempo y del devenir de la historia, como son la justicia social, las luchas por la libertad, o las siempre complejas relaciones humanas, por mencionar solo unos pocos.
Cuéntanos algo sobre tus próximos proyectos.
Tengo varios proyectos de novelas históricas centradas en momentos importantes de nuestro pasado colectivo. Me interesan esos momentos clave en los que se tomaron decisiones muy importantes que marcaron el futuro de nuestro país, pero que al mismo tiempo no son muy conocidos. Muchas novelas históricas se centran en personajes muy relevantes como papas, reyes, emperadores, o su entorno más inmediato. Eso está muy bien, pero a mí me interesa más descubrir y contar cómo afectaron esas decisiones importantes a la gente corriente, ya sean trabajadores, campesinos o esclavos. Porque, al fin y al cabo, ellos son nuestros antepasados.