Jardín de la Florida. Vitoria-Gasteiz.
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Transcripción del audio:
«Hola !. Bienvenidos al segundo programa del Ciclo «Jardines de España» Hoy les hablaré del Jardín Botánico de la Florida de Vitoria-Gasteiz, emplazado en uno de los paseos más hermosos y admirados de esta ciudad que ostenta la capital del País Vasco. El paseo en cuestión, recibe el nombre de «Paseo de la Senda» que comienza próximo al Parlamento Vasco, pasa por la residencia oficial del Presidente del Gobierno Vasco, el Palacio de Ajuria Enea y termina en las campas de Armentia, vigiladas por la venerada estatua del Santo Patrón de Álava, San Prudencio.
Verdes faldas de las campas. Verdes. «Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas». Seguro que les suena. Se trata de los dos primeros versos que introducen el Romance «Sonámbulo» de Lorca. Desconozco, esa es la verdad, si alguna vez Federico pronunciaría el nombre de Vitoria; no existen hechos fehacientes de que la mencionara o que la visitara, pero esta ciudad, Capital Verde Europea en el 2012, (una de las ciudades más limpias y bonitas de España), ha llevado siempre a gala el hecho de atesorar más metros de área verde por habitante. La OMS, Organización Mundial de la Salud recomienda que por cada ciudadano haya sobre unos 10 m2 de zonas verdes y públicas y Vitoria siempre ha encabezado este ranking.
Así que esta ciudad puede vanagloriarse, y por méritos propios, de atesorar en un enclave muy especial (por lo céntrico y urbanístico en términos medioambientales y de Sostenibilidad) este gran pulmón, el paradigmático Jardín de la Florida, que, si soy rigurosa en mi descripción (hay que serlo siempre…), es Jardín Botánico y Ornitológico. ¡Ahí es nada!, doble mención que le convierte en el lugar emblemático de todo buen vitoriano y de cualquier visitante que se precie.
Además de botánico y ornitológico, otra de sus señas de identidad es su inspiración romántica, que enseguida nos traslada a los jardines franceses del siglo XIX. Desde una de las privilegiadas habitaciones del Hotel NH Canciller Ayala se disfruta, a mi modo de ver, de una de las mejores vistas del Jardín y de las Cuatro Torres de las principales Iglesias vitorianas. Nada está dispuesto al azar en esta fisonomía, puesto que el parque tiene una proporción y unas formas y una concepción del sentido áureo muy apreciables. En el centro tenemos el blanco templete de la Música que preside la plaza de línea circular majestuosamente rodeada por los cuatro Reyes Godos que se trajeron a tal efecto del Palacio Real de Madrid. El encanto de esta plaza, (qué serían las ciudades y los pueblos sin sus legendarias plazas…), radica en que es lugar de encuentro: en ella los vitorianos bailan en los conciertos, en ella se encuentran los amigos de toda la vida, en ella se coloca en Navidad la pista de hielo y en ella se escucha el eco de las cuatro fuentecillas que a mí, en particular, me recuerdan al famoso e icónico Niño Meón de Bruselas , con la salvedad de que los cuatro niños del Jardín de la Florida, sostienen entre sus manos, algo menos …y lo digo en clave de humor, menos pudoroso. Ahí lo dejo!! Con la intención de suscitarles cierta curiosidad para que vayan ustedes mismos a contemplarlos.
En cuando a su itinerario botánico, y si visitamos el Jardín con cierta parsimonia, que es lo aconsejable en estos casos, con tranquilidad y sin prisas, podremos conocer hasta 42 especies de árboles y arbustos, con sus nombres inscritos al pie. Y algo que yo misma desconocía hasta ahora. Si van ustedes en familia, podrán escoger entre el Haya de hoja de helecho, el Tulipífero de Virginia, el Nogal negro Americano Sequoia, el Tejo, el Gingko, el Cedro del Himalaya y el Cercis Siliquastrum o «Árbol del Amor», para una vez escogida su especie de árbol, bien fundamentada su elección en su historia, sus características, sus hojas o simplemente porque se hayan encomendado a él, al árbol, para encontrar pareja, imaginen que puedan apadrinarlo. Sí. Apadrinarlo. Es posible. Por cierto, que pareja no sé si encontrarán pero si afinan con agudeza su par de oídos, descubrirán las aves que habitan este edén para los sentidos. : autillos, mirlos, gorriones, avión común, estorninos, lavandera blanca, petirrojo europeo, urraca común...así hasta 20 tipos de especies. Como curiosidad, si entran a investigar en la página o sitio web del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, si buscan por «Aves en los parques urbanos» y afinan la búsqueda con «parque de la Florida», tendrán la entrañable oportunidad, por cortesía de la SEO Birdlife – Sociedad Española de Ornitología, la ONG de conservación de la Naturaleza más antigua de España- de poder escuchar el canto de cada una de las aves que habitan este espacio. Difícilmente podrán encontrar otro mejor modo de conectar de forma tan íntima y especial con la madre Naturaleza. Hagan por favor, la prueba.
Albergo la esperanza de haberles dado magníficas y muy oportunos motivos para que no dejen de visitar este Jardín, eso si vienen a esta ciudad de nuevas y si ustedes son de la misma Vitoria, espero haberles llegado a apasionar… tanto como para ponerlo en valor y apreciarlo como merece.
Para finalizar dejo aquí un recomendación literaria de mi parte. Mi recomendación de hoy es el libro «Entre Naturaleza y Arquitectura. El remanso del Jardín» de la escritora y Arquitecta MARTA LLORENTE de la mano de la Editorial ACANTILADO, en el que podrán leer extractos tan bellos como los dos que les rescato a continuación y que leo textualmente:
«Recurrimos a los Jardines para caminar y descansar, para cuidarlos y modelarlos porque nos ayudan a sostener, día a día, la vida que transcurre sobre el inerte mundo del asfalto»
«Los parques públicos celebran la victoria de las reivindicaciones de las gentes que han querido recuperar estos paraísos para mejorar las condiciones de sus vidas particulares, – en un sentido muy real-, que habla más allá de la necesidad; habla de Libertad y de Derecho».
Me despido nuevamente de ustedes, hasta otra futura intervención mía en la que seguramente les cuente las excelencias de los Jardines del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso.
Gracias por su amable atención. ¡Hasta la próxima!».
Usue Mendaza