La paciencia como aliada.
Ser paciente es un arte.
Podemos hacer de la paciencia una actitud, una amiga y compañera en todos los procesos que atravesamos en nuestra existencia.
Vivimos en una sociedad con prisas, donde la calma y la serenidad parecen no tener cabida. ¿Te has parado a pensarlo? A menudo buscamos el resultado instantáneo y la ansiedad se aferra a nosotros casi sin darnos cuenta.
¿A dónde vamos con todos nuestros ajetreos, obligaciones adquiridas y búsquedas sin aparente sentido? El cansancio se apodera de nosotros en esta carrera sin meta, donde no damos oportunidad a la paz.
Pero estamos de enhorabuena, pues contamos con el eterno presente para dar un giro completo a nuestros días. Cada momento es una preciosa oportunidad para detener nuestro ritmo y, sencillamente, ser.
Y entonces todo cambia, y el camino se vuelve más liviano y suave. Es ese instante en el que tomas consciencia de ti mismo, y te conectas con tu interior en calma, con los latidos de tu corazón y con la respiración que siempre te acompaña.
Te detienes a contemplar el crecer armonioso de los árboles y su paciencia sin límites. Observas el renacer suave de las flores que se expresan en su propia esencia, fieles a ellas mismas.
Podemos conectar hoy mismo con la preciosa energía de la paciencia, reflejo del amor que somos, con la aceptación de nuestros caminos y de nuestros procesos.
Y aceptar sin prisas las rutas y decisiones del otro, pues cada cual necesita sus ritmos y sus tiempos.
El Universo se mueve en armonía paciente. No puede llegar la luz del día hasta que no concluya la noche.
Cultiva la ciencia de la paz.
Francisco Gallardo Perogil.