losmayores, esosqueavecesfusilamos.
Llega tarde. Ya están todos cenando.
Se llama Lucía pero quiere que la llamen lu.
Se sienta en la mesa con desgana mientras grita en voz alta: vaya mierda de comida, otra vez lentejas…
Os cuento la escena:
Su padre, cansado, y por sus ojos gateando el semen de la ira que se ha vaciado antes de llenarse.
Su madre en la cocina,
con el pelo lleno de rulos y
de nostalgia.
Su hermano pequeño echándole ketchup a las legumbres para matar el sabor auténtico de la verdura.
Y el más importante de la escena:
su abuelo.
Con ochenta y cinco sueños y
años,
ocultando con sus arrugas y sus
babas el desprecio
de ser engendro y creador
de aquel mundo remendado.
¡Abuelo!
le grita ella riéndose,
no me vayas a contar de nuevo tus batallitas, que estoy harta de oírte.
Joder con este viejo, siempre tan coñazo.
O te callas o te quito esta noche la escupidera y te meas en las sábanas…
Silencio. Nadie habla.
Y de pronto,
llego yo…
Más demonio que ella.
Montada en unas alas de cristales rotos.
Afilados.
Listos para rajar su lengua.
Aterrizo en su cuello.
Le aprieto la yugular con mis uñas y, mientras su sangre baña la sonrisa de su hermano, le grito en los ojos:
Ese que está sentado ahí,
digamos tu abuelo,
es tu origen.
Digamos,
tu simiente.
Ese, es el que ha parido a tu padre con sus huevos y que luego,
lo ha alimentado y formado para
que nazcas tú.
Ese que no te corrige los errores de tu vida,
es catedrático de ingeniería mientras tú, te comes los mocos y no apruebas ni el deporte.
Ese,
que llora mientras te sonríe y
se le parten los huesos lentamente
con tu
desprecio,
ese,
es tu pasado.
Y sin pasado,
niñata de mierda,
no tienes ninguna
opción de futuro.
Eres una rata de alcantarilla que nunca verá la luz…
Yolanda Sáez de Tejada
Hay cosas que deben ser dichas y más cuando se dicen tan bien.
Lo triste, desesperante, desolador, es que sólo sirven a quien las dice y al final únicamente tienen la utilidad del desahogo. Raramente el entendimiento cala en la mente y el corazón de quien no usa la empatía o simplemente el reconocimiento a unos hechos probados y si se añade el factor juventud, el desastre está servido.
Fusilamos a ancianos y débiles, con saña, con palabras mejor que con fusiles porque son más rápidas, más letales y destruyen de tal modo que tras ellas queda el silencio del aniquilado con su triste alivio de lágrimas.
A pesar de todo, de la inutilidad desesperanzadora de cualquier intento, es bueno que existan ángeles justicieros, aunque tengan alas de cristales rotos.
Mi aplauso y, por esos ancianos y débiles, mi gratitud 🙂
Las palabras son como el polen que en algún alma fruztifican, pero necesitan quien las porte y les dé impulso.
Hay cosas que deben ser dichas, como bien dices ldc,con valentía porque ya estamos agobiados por lo «politicamente correcto que no moleste a nadie», por sonrisas fatuas que van disimulando la realidad debajo de las alfombras.
Mi aplausao también.
Un abrazo
BUENO… vuestros comentarios son más buenos que el poema…
muchas gracias. Sí, dejemos de ser políticamente correctos y cambiemos el mundo. Tenemos el arma más poderosa: nuestros dedos que escriben.
Creía haber dejado un comentario.
Milagros de la informática o despiste personal.
Describes una escena clonada de muchas similares. La juventud de todos los tiempos cree que su futuro será mas radiante que el de sus progenitores, le molesta lo que considera mediocridad y desea vivir en un mundo de fantasía.
En muchas ocasiones lo que debiera ser una conversación se convierte en un duelo y es probable que no beneficie a nadie.
La sabiduría de nuestros mayores calla. Sabe que dentro de unos años la vida habrá situado a cada uno en su sitio.
Hasta pronto.
Hay jovenes que disfrutan y aprenden de sus abuelos.Los hay que los desprecian por vivir en un mundo ajeno a ellos.
Desconocen que el mundo sigue siendo el mismo y, con excasas diferencias, todos pasamos por los mismos trances.
Si no lo entienden ahora y logran alcanzar su futuro, lo entenderán.
La vida y el tiempo pasa para todos como dice lacucebe y es probable que recibamos parte de lo que dimos.
Saludos
¡Mi aplauso por el poema Yolanda! Con qué forma tan sutíl y verdadera describes el mundo real de la niñatería actual y, la de antes «por qué no decirlo» que aunque no estaba tan extendida también existía. El respeto a los mayores es muy importante y a cada instante se calumnia con una saña y con una cobardía de palabras y de menosprecio que da pavor, aunque la mayoría de las veces sean por ignorancia. Y es que la educación en la familia y el respeto a los mayores son muy importantes, como tantos valores que se van perdiendo día a día. Por eso, si desde muy temprano no los aprendemos, ni los conservamos, ya solo nos será posible distinguirlos y apreciarlos con el tiempo y con la edad, que pronto llega.
Un abrazo cordial.