Aún los recuerdo cogidos del brazo caminando por la Calle Mayor. Ella, con los zapatos de tacón y el vestido de falda fruncida y ceñida a su pequeña cintura. Él, con su impecable traje de chaqueta y una corbata de seda anudada al cuello de su camisa. Mi padre tenía más edad que mi madre, quizá, por eso murió antes; aunque sí llegaron a celebrar sus Bodas de Plata. Casi veinte años después la vida de mi madre fue devorada por una enfermedad. Hoy, sigo caminando por la misma calle que fue testigo del profundo amor que hubo entre ellos. De sus miradas de complicidad, de sus caricias, y de sus sueños. Y cuando me cruzo con algún anciano o anciana, mis padres regresan a mi memoria, paseando, todavía, cogidos del brazo.
Amatista
Pincha en la imagen para acceder a la web especial de este premio.