Al encender la luz comprobé que los bichos salían del libro, recorrían mi brazo y se escondían debajo del colchón. Salté hacia atrás, sacudiendo el brazo. Luego levanté el colchón.
El canapé estaba hueco, formado por celdillas de distintos tamaños. En cada celda cabían ocho o diez libros. En las que no estaban llenas, comprobé cómo habían anidado distintos tipos de insectos: hormigas, escarabajos, cucarachas, arañas, saltamontes. En fin, no todo eran insectos, pero todo era repugnante.
Hice varios viajes a la biblioteca para rellenar con libros todas las celdillas. Al meterlos procuraba no hacer presión para no aplastar a los bichos. Cuando completé el trabajo, volví a colocar el colchón en su posición cuidadosamente. Como sólo eran las tres de la madrugada, me acosté, apagué la luz y me dormí de nuevo.
Nunca volví a ver aquel libro de poesía.
Mayberry’s Insects – book sculpture
Fotografía de mybountifulideas.blogspot
Qué extraño relato Dies, intento entenderlo, pero no sé nada de psicoanálisis y me parece extraído de una pesadilla. ¿Tal vez la pesadilla fuera el libro de poesía? ¿la mala poesía que rezumaban sus páginas, o al contrario, los bichos que la anidaban queriendo parasitar su belleza? Si los libros rellenaban el hueco o el vacío del colchón eran los buenos de la historia, seguro… Umm… Interesante misterio, amiga mía… En el que tendremos que indagar.