Aquí de lejos quiero hacerte saber que se me está haciendo muy difícil olvidarte.
Recuerdo que este momento era nuestro, mis manos rozando tu pelo, viéndonos sin siquiera abrir los ojos, en esa noche que la luna nos acompañaba; pero ahora tú lo compartes con otro.
¿Por qué la soledad es tan dura? ¿Por qué es tan ruidosa?, me pregunto mientras te veo en la lejanía. Escucho un «te quiero» y un «te amo» dirigidos para él, los cuales en su tiempo tú me repetías.
A pesar de esto, cada amanecer te espero aunque sé que no vendrás. No sé si soy muy masoquista, muy estúpido u optimista por seguir pensando en esa imagen tuya con él, que me duele hasta el alma. Creo que siempre te seguiré recordando, porque tu amor y mi poesía fueron antes una hermosa combinación que nos llevó al cielo; y de algo así nadie se olvida.
Sabía que nuestro amor se había vuelto como un libro en el que tras cada página se veía inminente su triste final, pero no tenía idea de que fuera tan rápido y sin piedad. ¿Por qué? ¿Qué te hice? ¿Por qué tuviste que ponerle fecha de caducidad a nuestro amor?
Creo que la única solución para no pensarte y acabar con mis preguntas es dormir; dormir tan intensamente que ninguna cosa en este mundo me pueda despertar, ni tu voz, ni tu belleza y ni mucho menos los sueños donde apareces.
Tengo que morir durmiendo para poder escapar de ti y de mí. Dejaré que la soledad sea la nueva musa de mis sueños, pero primero imaginaré lo que hubiera sido y nunca será, clamando explicaciones a tus labios que nunca hablarán.
Ronny Vera