Despertares. Por Francisco Palacios Chavez

Cuando abrió los ojos, de ella sólo quedaban retazos de carmín en la almohada, el sabor acre de su sexo pegado al paladar, a los dedos, a su vientre, marcas de arañazos en la espalda, algunos vellos de su pubis dibujando espirales contra el blanco de las sábanas, unas pestañas postizas olvidadas sobre la mesita de noche y la absoluta certidumbre de que aquel número de teléfono anotado en una cajetilla de tabaco era falso.

Francisco Palacios Chavez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *