Me mantengo quieta, tumbada sobre las baldosas, respiró poco a poco y me escucho. No he muerto. Espero durante horas que una estrella fugaz cruce el cielo y caiga en el Retiro. Pero esto no es un cuento, ni un monte perdido, es el centro de Madrid y las estrellas andarán de copas o por Sol reivindicando su derecho a no conceder ni un triste deseo si no les da la gana. El cielo sigue oscuro y, aunque es julio y la noche empieza a despejar, ni una sola estrella asoma por ninguna parte.
Una gota de sudor resbala por mi espalda. Todo se diluye. Mañana, con la luz del día y unos cuantos fantasmas menos, cambiaré las sábanas, las claves de la cuenta corriente y me cortaré el pelo.
Anita Noire
Blog de la autora
Anita, vas a tener que aumentarnos las dosis del diario. A mí me saben a poco.
Una prosa estupenda.
Un abrazo.