“Porque está claro que la vida es una sucesión de deseos y necesidades – se dijo -. Algunos se cumplen y otros no.” Se suponía que su formación debería haberle proporcionado reflexión más profunda que esta, pero a pesar de simple, era una conclusión irrevocable.
Sus necesidades satisfechas se ocultan en un hueco oscuro y termina por olvidarlas, las que nunca llegaron a ser se le clavan en el esófago y las nota al tragar.
“Y al fin y al cabo, ¿qué es una reflexión profunda? – pensó malhumorado – Si lo más trascendental se torna nimio en esta centrifugadora que tengo por cabeza.” Tampoco creía que la vida fuera una sucesión de pequeñas cosas que se suceden, sacudidas de pronto por eventos inesperados. Las cosas simplemente se dan o no se dan, porque no viviremos momentos que no haya vivido ya alguien.
“Pero yo soy yo y los demás son satélites. Y satélite de cuántos habré sido yo mismo.” –anotó finalmente en la mugrienta servilleta – .
Lara Morgueröthe