Feliz día de la madre.
Sí, yo también he tenido «regalito» al llegar a casa después del trabajo. Nada más entrar los ojos se me han llenado de lágrimas y he contenido la respiración. ¡Fiesta! Toda la familia reunida, unos en la terraza, otros en el salón, la niña con un barreño de agua en la entradita lavando a Pocoyó y en el suelo ya crecían floripondios de la humedad. He abierto las ventanas, la puerta de la calle y todos los conductos de aire habidos y por haber: estaban haciendo barbacoa en la terraza lavadero, que sólo tiene un pequeño ventanal y casi me ahogo con el humo, me caigo con la irritación de ojos y me subo por las paredes del sofocón.
¡Qué bonito es celebrar el día de la madre en familia!
Acabo de fregar todo el piso, limpiar la barbacoa, recoger la mesa y colocar la vajilla en su sitio. Bueno, qué le vamos a hacer, la tos que se me quedó en la garganta por la humareda, me impidió gritar y maldecir la ocurrencia. Todavía me queda devolver el lustre a los azulejos y lavar la ropa que había tendida junto a las chuletas, chorizos, pinchitos y panceta humeantes.
Felicidades y paciencia a todas las mamás.
Mercedes Martín Alfaya
(www.tallerliterario.net)