Ferragosto
Amanece y el mar está tranquilo. Una suave brisa recorre la playa mientras algunos caminan mirando el horizonte, sorteando a los últimos pescadores que regogen los bártulos y las cañas. El sol asoma anunciando un día caluroso; aun así los corredores hacen sus kilometros diarios entre los ciclistas que pedalean antes de que la playa empiece a recibir visitantes poco a poco, sombrillas, toallas y bañistas.
Se pisa la tierra, la arena y el césped, también se forman pequeñas tertulias entre juegos de palas y castillos de arena.
Apenas es mediodía y la playa rebosa actividad: tablas peleando con las olas, algún barco velero, motos, lanchas y pequeñas colchonetas que se resisten a sujetarnos. Un ambiente energético y revitalizante, muchos corrillos entre olas, sosiego, un pequeño aperitivo y aún son solo las dos.
Aquí el día da mucho más de sí que en las ciudades; aún quedan la comida, la siesta, la partida de dominó o las cartas, el café y más tertulias, más juegos infantiles, más playa vespertina que sólo empieza a abandonarse cuando el sol anuncia retirada. Y aún son las nueve.
Es quince de agosto y todavía queda una larga noche veraniega iluminada por la luna, quizá un helado o una copa entre amigos, una nueva amistad, una chispa de amor, fotos para el recuerdo.
Y mañana volverá a amanecer.
Brujapiruja
Un poco de magia, un mucho de reflexión, tertulia, playa, sosiego…, y esa mirada tuya que todo lo abarca para dejarnos un trocito de pincelada suave, extraída de un gigantesco cuadro que nunca es el mismo.
Precioso.
Y tu querida Mercedes que sabes apreciar los momentos sencillos como un privilegio que se nos ofrece diariamente.
Esa es la magia de algunos corazones, como el tuyo.
Besos
El reflejo de la luna platea el agua y el caminante por la orilla despide al dia junto al murmullo de las olas que se agotan en la arena. El caminante deja su huella hasta una pequeña roca de cantos romos donde se sienta y contempla la luna que algo quiere decirle.
Mientra lo adivina, sube su pie a la otra rodilla y de forma inconsciente quita la arena mojada escondida en sus dedos.
Ya anocheciendo, alguien llega a su lado y cubre su espalda con un pañuelo de seda. El caminante se aparta lo suficiente para compartir juntos la roca, al tiempo que contemplando la luna ven en ella el guiño de sus ojos.
La brisa refresca,pero el calor de las manos se extiende por sus cuerpos y una lluvia de estrellas distrae sus pensamientos en los que sólo queda el deseo de un beso.
La luna y la mar.
María Luisa: ¡Disfrútalas!
Palabras que dibujan imagenes evocadoras llenas de magnetismo.
Gracias Boscan, las disfruto con todos los sentidos, como tu disfrutas deslizando tu pluma para dejarnos estos hermosos textos.
Besos veraniegos:))
Los pequeños grandes detalles. La sabiduría de quien sabe que en en las pequeñas grandes cosas está lo importante. Y sobretodo una mirada honda, intensa, respetuosa.
Un abrazo enorme.
Preciosa y dulce descripción de un día de vacaciones. Un día, el día, del que todos quisieramos disfrutar. Saludos.
Hermosa imagen de verano que todos alguna vez hemos vivido. Y en la que, como en una foto antigua, nos gustaría quedarnos.
Muchos besos atrasados.