Muchas gracias. Por Marcelo Galliano


Amigos:

Con los años uno empieza a perder la noción de las cosas hechas. Luego, el azar –la palabra me entusiasma, pero no quiero entrar en elucubraciones metafísicas- nos enfrenta a un cajón con fotos revueltas o papeles viejos, cuyas ajadas presencias nos devuelven algo de las borradas huellas del pasado, causando una impresión semejante al acto de acercar la boca a un frasco de perfume ya vacío.

Una sensación similar tuve el martes, en la Legislatura Porteña, ante el reconocimiento que se hizo a mi trayectoria en el campo de la música y de la literatura, evento éste que incluyó la presentación de mi libro de cuentos Tiempos de soledad.

Poco me resta por decir –ya tuve oportunidad de explayarme-; solamente quisiera utilizar este medio para agradecer. Sí, agradecer a tantas personas que me han demostrado su afecto, su admiración; a mis padres y a mis maestros, por los cuales soy quien soy; a los amigos que tantas veces, sin necesidad de estruendosas aprobaciones, han estado a mi lado; al periodismo, por su apoyo incondicional; a las autoridades de la Legislatura de Buenos Aires, que tuvieron la exagerada idea de incluirme en la semana de reconocimientos en la que se homenajeó, entre otros, al gran Roberto Benigni; a Ediciones Baobab, por apostar a mi libro Tiempos de soledad, y al público que ha agotado su primera edición. Por último: a la persona a la que le he dedicado ese libro, con quien, involuntariamente, compartimos el cruel destino de la soledad, y que me ha hecho sentir lo más cercano a eso que los teólogos y los poetas han llamado amor: sentimiento o milagro que a muy pocos seres en el mundo les es dado.

Marcelo Galliano
Foto: Marcelo Galliano, Ricardo Louzao y el diputado Guillermo Smith

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