La más pequeña
Siempre quería ser «la más pequeña» y su palabra favorita era «mamá».
Le partieron el corazón titubeando sus primeros pasos y se quedó tan famélico de afecto, tantos y tantos años, que aceptó como irremediable la andadura en solitario por el camino inhóspito de la decepción y el desamparo. Cumplió las normas y nunca supo pedir, aunque siempre esperaba incrédula y desesperanzada.
Hacía tiempo que dejó a un lado las palabras porque no quería formar parte de esta brutal mentira que es el juego de la vida y se refugiaba en esa altivez distante e íntima, digna y protectora, que hacía difícil apreciar su verdadero sentir; tan refulgente, infantil, intenso y dulce como el brillo de su mirada. Solo esos profundos ojos mostraban rabia, picardía, enfado, pena, perdón y amores sin disimulo. Ellos eran el único camino posible para entender el alarido intenso de su tristeza o el regocijo afable de su alegría, pero… ¿Quién escucha una mirada?…
Descansa en paz, pequeña mía.
Se nos van, pero se quedan. Nunca parten del todo porque seguiremos oliendo sus sonrisas, viendo sus caricias, escuchando sus miradas. Y ellas también siguen con nosotras, por toda la eternidad … nos cuidan. Un beso enorme, txu.
De todo lo que fue nada se pierde:
del seno de lo eterno que se oculta
viene a la viva luz de lo visible,
y regresa a lo eterno de su origen.
Lo que existió y ha de existirse
para siempre jamás. Por un momento
se hizo tiempo en el tiempo declinable;
pero será por siempre lo que ha sido.
Y yo seré por siempre, reintegrado
con todo lo que escapa del recuerdo,
con todo lo que amé, con lo invertido
en sueños esperanzas y deseos.
Todo me espera allí. Cuando regrese
seré lo que ahora soy, lo que ya he sido.
Jesús Tomé. De Como el caer del agua sobre el agua.
Te comprendo perfectamente. Cuando murió mi madre distaba de ser un niño, ya tendría unos cuarenta y cinco años, y puede que sea ridículo, pero desde entonces me siento huerfano, porque no hay nadie en el mundo dispuesto a acogerme a su lado, haya hecho yo, lo que haya hecho, sin pedir ni una explicación.
Gracias Felix, siempre tan atento. 🙂
Que bonitas palabras ¡¡¡ a las que nos falta la nuestra sabemos lo que es¡¡¡¡ conforme nos hacemos mayores parece que se les echa cada vez mas de menos¡¡
Precioso escrito. Los ojos nunca mienten. 😘❤️