Ayer en la noche observe pasar una pequeña y nefasta cucaracha, la acogí en mis brazos y ate su abdomen con un delgado y frio cordel, su nombre era estúpido y sucio como su pequeña cabeza, pero yo amaba verla sufrir tratando de escabullirse entre la oscuridad. Todas las noches me sentaba a su lado y trataba de extirpar sus tarsos, pero continuamente codiciaba huir de mis manos, yo solo la aprisionaba con afecto y pasión.
Un día observe como sus ojos inquietantes se enlazaban con los míos. – No me mires así pequeña – le dije mientras trataba de arrancar la cinta de su abdomen. -¿Deseas huir?- pregunte con coraje.- Pero no puedes hacerlo eres mi única amiga- le reclame, me asombro ver como luego de mis estúpidas palabras ella aun trataba de huir, así que separe su sucia cabeza del abdomen, me asombró ver como aun se movía, arranque todos y cada uno de sus miembros mientras ella aun insistía en abrir sus alas, por ultimo escupí su desgarrado y mal oliente cuerpo que poco a poco cedía a la inercia, solté el cordel que la aprisionaba a mi ser, la mire con desprecio y la arroje cerca de una alcantarilla, desde ese entonces, guardo ese mismo cordel para la próxima visita.
Fernando Guerrero