Las tumbas del olvido. Por Fernando Guerrero

Las tumbas ambiguas y solitarias se reflejan en la tangente de mi alma, aquí los recuerdos se atan a las sombras y se alargan sobre los laberintos de mi mente. Pienso, pienso en las desgracias de la vida y las ventajas de la muerte, es ella el vigor de mi existencia y aunque la muerte no es un deseo si hace parte de mis necesidades innatas, una necesidad que avienta gritos desesperados a inicios de la penumbra y se ahogan en el viento ensordeciendo así a los finales del alba.

La tumbas del olvido

Cierro los ojos, cierro los ojos y escucho a distancia mi propio ser que se aproxima en la infinidad del tiempo, se aproxima con la lentitud carroñera de un podrido buitre, rasga mi carne que cae lentamente sobre la hierba y pienso en el pasado que me atormenta, el pasado que se funde con la alegoría del amor y es la tristeza quien no siente la mínima duda en reaparecer, atraviesa mi ser y duelen mis huesos, duelen con la intensidad del bramido de las almas perdidas y a distancia las tumbas florecen y el sol aparece en las noches, quema, quema la hierba y hace mis heridas permanentes, sangra, sangra mi alma y es mi nombre que aparece en tumbas, en las frías y olvidadas tumbas.

 

 Fernando Guerrero

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