El viento desnuda la aurora y la vida se despierta extasiada en sus colores mientras los bosques viven un apasionado idilio de ocre y oro y los campos amamantan sus verdes incipientes.
El aire se llena ahora de latidos del valle y lejanas cumbres se insinúan con trazos desusados, luego un vuelo de palomas enlutará la tibieza del cielo y la vista azuleará sin remedio su mirada.
Una brisa cálida de besos inunda la hora y miles de ramas deshojan sus manos; los minutos son ahora una sucesión de jilgueros y la altura se suspende en las alas del cernícalo.
Lentamente, la corriente va derramando aguafuertes de oro en sus orillas y un otoño inacabado dibuja las primeras umbrías al bosque sabedor de que más tarde la atmósfera atenuará sus tonalidades y las hojas reflejarán minutos de una tarde que agonizará cada vez más lejos.
Lujuria del otoño en tu mirada…
Germán Gorraiz López