El espacio se puebla de claridades desusadas y una estación aletea en las yemas de la brisa. El sol se despierta ahora en soledad y la atmósfera desempolva lentamente sus azules, mientras los mediodías dulcifican su aliento y las aguas terminan por romper su mutismo.
Lenta sucesión de huellas en el cielo hacia la primavera soñada…
La tierra se sabe ya embarazada en sus raíces y los campos destilan sin pausa sus pardos mientras bandadas de grullas triangulan sin interrupción la altura y latidos de nuevas voces inundan el aire.
Al fin, la luz desconocida de una mañana inesperada vence la resistencia de las últimas umbrías y la hora se rinde al guiño palpitante de la nueva vida.
El invierno agoniza en mis manos…
Germán Gorraiz López