Mi casa sin paredes. Por Doctorv

 

En la casa donde vivo crecen las lilas silvestres, y donde éstas, en su vanidad azul, descuidan un hueco, la madreselva planta una flor amarilla, de dulce olor.

El sofá de mi casa está allí al menos tres millones de años, que yo sepa; a veces le pregunto por sus recuerdos, pero sé que para él el tiempo es diferente, así que tarda en responder varios años, no me importa, pues imagino que su respuesta, como siempre, valdrá la pena. El techo de mi hogar ha cambiado varias veces en los últimos milenios, aunque es difícil de apreciar si no tienes costumbre de recostarte y charlar con las estrellas, cada noche. Por el suelo de mi casa corretean afanosas las hormigas, y cuando, por error o descuido, una de ellas sube a la alacena, con infinita paciencia la devuelvo a su camino, pues una vez ella hizo lo mismo por mí.

Ayer por la tarde una flor blanca se escurrió bajo mi cama, me dio pena, porque tenía miedo a dormir sola, y tuve que pedir ayuda a la salamandra para llevarla a su cuarto, junto a sus hermanas; ya estoy acostumbrado, pues sucede a menudo, y, pese a ello, a veces despierto rodeado de florecillas temblorosas. En su cuarto, y al final de su larga vida, se marchitan felices sabiendo que en su interior crecen minúsculas semillas.

Como cada mañana, hoy también me despertó el mirlo, lo hace a propósito, pues le gusta destacar sobre los demás pájaros, y sabe que, en realidad, a mí no me importa que lo haga; al fin y al cabo, sólo es un poquito de arrogancia, aunque el ruiseñor, menos madrugador, siempre se enfada, y acaba haciendo mohínes, que desaparecen cuando, en el desayuno, lo siento a mi lado en la mesa.

Después, y para hacer algo de ejercicio, salgo a caminar con los pinos y el viejo olmo, que renquea un poco, de forma que al final, casi siempre, terminamos recostados en la hierba, discutiendo del tiempo o criticando a las nubes mientras no pueden oírnos, aunque sospecho que el viento, tan cambiante, delata a veces nuestras conversaciones, pues no es la primera vez que hemos tenido que volver corriendo y empapados por la lluvia.

Doctorv

7 comentarios:

  1. Esa casa con su desgaste y las nuevas incorporaciones es un rincon donde la naturaleza se siente a gusto y como en la naturaleza también está el ser humano es una casa para disfrutar, así, como disfruté esta lectura, un placer de lectura.
    Betty

  2. Elena Marqués

    Casa tomada, pero por la poesía. Quién pudiera vivir entre lilas silvestres; quién, desde su ventana, contemplara el paso de las nubes para poder criticarlas con fundamento.
    Un privilegio leerte.

  3. Amelia Chaves

    Como un beso dulce a la Creación, es este bonito texto que rezuma poesía en cada línea.

    Enhorabuena por esta maravilla. Un abrazo.

  4. Es verdad, David, está repleta de alma. Y qué bonita es. Yo quiero vivir ahí. Felicidades.

  5. MariajoseMarti

    Tu casa me es muy familiar, la vivo a diario, Doctorv. A mí también me ha parecido preciosa y más aún, tu modo de describirla.

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