Sus manos dibujaban cientos de formas y figuras sobre mi cuerpo, sus ojos eran más oscuros que el color negro y sus labios solo podrían haber sido diseñados por el Dios de Dios, sabía que la amaba aunque desconozco el verdadero significado de amar.
A diario nuestros ojos se encontraban aunque los de ella parecían inmóviles, muertos sin sepultura, llenos del vacío, mi corazón latía mas fuerte con su presencia pero ella mostraba indiferencia con su mirada, me sentía totalmente solo y triste, nuestra comunicación era fría, nuestras palabras no hablaban ni tampoco nuestras miradas se encontraban, era una relación muerta pero no vacía.
Sus ojos jamás habían visto la luz del día y desconocía lo que era el color negro aunque fuese lo único que se posara sobre sus parpados, trataba de explicarle la forma del vacío pero no podía hacerle entender con tan solo mis palabras, necesitaba más que eso para explicarle la figura de un pino o el color del alba.
Sus ojos no han cambiado desde entonces aunque su cuerpo ahora está más frió y rígido, me encuentro a su lado con las lágrimas en las mejillas tratando aun de explicarle el color del cielo, ella no presta atención a mis palabras y solo me mira sin hacerlo, la he perdido por completo y ya nada tiene sentido, mi vida está totalmente destrozada y el amor que siento por ella me consume, me hiere me ata y me desangra, jamás conoció mi rostro, jamás conocí su mirada.
Fernando Guerrero