Morir estando muerto. Por Fernando Guerrero

morir

Nada ha cambiado más que mi propia felicidad, los gusanos aun comen a los muertos y el sol aun quema a la débil hierba. Estoy ebrio en dolor, tristeza y por supuesto muerte, las memorias se posan en mi mente y atormentan mi insignificante existencia, en la penumbra he olvidado mi sombra, sin ella el hedor a muerte se intensifica y llena mis pulmones, me he perdido en la nada, en un laberinto recto con un solo camino, tendido en el piso con las palabras en el cuello, ahogado, afligido.
Caigo y golpeo el suelo de un precipicio sin fondo, los gusanos se posan en mis ojos y devoran lentamente mis parpados, las lágrimas no aparecen ni tampoco los gritos de suplicio o bien sean de dolor, mi cuerpo yace en la nada con temor a romper en dos el fino y delicado silencio, si bien ella me viera penando de esta manera no atendería a mis suplicas y menos al llanto, me siento solo y vacío, como si ya mis entrañas hubieran sido extraídas por la mujer de negro, trato de levantar mi cuerpo pero este se flaquea en la nada y caigo. De repente, otro cuerpo golpea el abismo mientras yo levanto la mirada, encuentro sus ojos que ha muerto de inmediato, me siento culpable al saber que pude haber evitado su partida, grito con desesperación y caigo de nuevo en el vacío dentro del vacío, cierro los ojos y la muerte aparece después de ya haber muerto, he terminado siendo la presa de mi presa, me duele profundamente el no sentir dolor.

Fernando Guerrero

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