La luz era intermitente y mi respiración cada vez más profunda, no entendía su estúpido llanto sobre mi pecho, me daban asco las palabras que susurraba cerca de mi oído. Si me hubiera podido levantar de esa cama tal vez hubiera destrozado con una mano su delgado cuello.
-Buenas noches amor- dijo mientras acercaba su boca a la mía –buenas noches- respondí con una sonrisa y una pequeña caricia sobre sus mejillas, tome una cerveza de la nevera y nada parecía estar fuera de lo común –mañana tendré que cantar en el gran teatro- dije mientras llenaba mi boca en licor –o tal vez no- susurro despacio, me pareció algo extraño pero me distraje cuando golpearon la puerta, decidí no atender pero el sonido se tornaba más grave, gire la perilla y el sonido desapareció, voltee mi cuerpo y me sorprendió ver la cama vacía –Alicia, Alicia- exclame mientras revisaba detrás de las cortinas –no me parece gracioso- le reclame, un dolor inmenso tomo mi espalda y obligo mi cuerpo a tenderse sobre el suelo, levante mi mano para encender la luz pero mis esfuerzos fueron inútiles, arrastre mi ser en busca de mi esposa, no sabía lo que estaba sucediendo, todo estaba demasiado oscuro, cerré los ojos y vi pasar mi vida en un instante, tomaron mi cuello y comencé a gritar, segó mi pecho y murmuro en mi oído “o tal vez no, o tal vez no”.
Desperté en una habitación reluciente, en mi lado izquierdo se hallaban algunas maquinas algo familiares, trate de mover mi cuerpo pero fue inútil, La luz era intermitente y mi respiración cada vez más profunda, no entendía su estúpido llanto sobre mi pecho, me daban asco las palabras que susurraba cerca de mi oído, cerré los ojos y mi cuerpo se desvaneció lentamente.
Fernando Guerrero