– ¿Otra vez comiendo tierra? Se te van a llenar la panza de gusanos – Dijo el padre al pequeño que jugaba con su palita.
Su boca estaba amarga y crujiente. Escupió la tierra y se puso a llorar.
– Bueno, bueno, no me llore, es mentira, no le va a pasar nada.
El niño siguió llorando hasta que la madre que levantaba las cosas del picnic dejó de hacerlo y lo levantó. El llanto paso a sollozo.
– No te puedo dejar un minuto con el chico que lo haces llorar – Fue el reproche.
Lo que quedó del día el chico estuvo silencioso con los ojos grandes, viendo pasar el mundo desde su sillita trasera del coche, se durmió con el ceño fruncido y se movía entre sueños.
Cuando despertó ya estaba en su cama con forma de coche, se había hecho pis nuevamente, pero eso no le importaba ahora, se levantó vio que papá y mamá estaban dormidos y siguió su camino hasta la cocina, abrió el cajón, sacó un cuchillo y se lo clavó en la panza y lloró a gritos mientras se sacaba un largo gusano casi interminable que había en su panza.
Hola:
Llámame loco, quijote o filántropo pero mira, escucha: He colgado en la telaraña internacional el último texto publicado por la R.A.E. de la NUEVA GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA.
Lo puedes ver e incluso copiar+pegar a papel en
https://es.geocities.com/jherrepe/0.htm
Que cruel…….uu
pobre pequeño….
pobre gusano……
OOoooooooOOOOo
esto es a lo que llamo un final inesperado.
Un relato que advierte entre sus líneas que hay que tener cuidado con lo que decimos a los crios. Ellos son literales.
Te deja helado este final… uff¡
Ohh nos volvemos a encontrar poemita que fue rechazada por ser.. morbosa?
Ahi la posteo Pablo y como siempre, cosas locas escribis ^^