Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Raúl seguía usando el pijama de rombos, aunque ya le quedaba un poco corto, y Pablo se abrazaba con fuerza a su oso de peluche. Me quedé junto a ellos en silencio, escuchando sus hazañas, cada una de sus aventuras escolares, hasta que su madre entró en la habitación, apagó la luz y les dijo que ya era hora de dormir. Entonces, como cada noche, le preguntaron: “¿papá está en el cielo?”. Y ella dijo que sí. Los besó en la frente y les pidió que no me olvidaran. Y yo, satisfecho, volví de nuevo a mi estrella.
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Maribel Romero Soler.
Blog de la autora.
Un microrelato perfecto ( si existe algo perfecto).
Contiene justo lo necesario para desarrolar una hermosa historia.
Felicitaciones.
Sencillamente delicioso.
Un beso Maribel 🙂