Unos matan a los cerdos para comer, yo mato hombres, y como los que matan cerdos, no lo hago, ni por odio, ni por maldad, lo hago para comer porque soy un sicario y esa es mi profesión.
Si un sicario, alguien que se contrata cuando quieres matar a otro y no tiene el valor ni la técnica, mi los medios para hacerlo por tu propia mano. Yo tengo las tres cosas, y soy caro, porque arriesgo mucho, pero soy seguro, tu encargo se soluciona en un corto plazo.
Lo comprenderás, no puedo decir mi nombre, llámame como me llaman los clientes, Torre. Así sin nombre de pila, sin cara y sin género preciso, pues no debe saberse ni siquiera si soy hombre o mujer, solo soy una sobra, una mala sombra para quien se cruce en mi camino.
Como digo, mato sin odio y por eso prefiero hacer poco daño, un momento y fin, pero yo no elijo ni a quien voy a matar, ni de que forma lo voy a hacer, eso lo elige el cliente y unas veces quiere una muerte rápida, o que parezca un accidente, pero otras quiere una muerte sádica, entre sufrimiento.
A mi ese tipo de muerte, me agradan menos, así que las cobro más caras. Pero si me pagan, soy un profesional, yo no soy el cerebro, solo soy la mano que hace lo que el cerebro ordena, a mi que no me pidan responsabilidades, yo no soy el que mata, soy el que ejecuta la muerte, que es muy diferente.
Y aquí estoy hoy apostado. Lo de hoy es sencillo, cuando mi objetivo salga de su casa, una bala que ni sabrá de donde procede le volará la cabeza. Punto final.
Aquí estoy apostado esperando, haciendo tiempo. Muy aburrido lo de esperar, son los gajes del oficio.
Felix Maocho Lanes
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