A veces me preguntan si he “encontrado” pareja, como si yo estuviera participando en algún tipo de búsqueda.
A los demás les cuesta entender, e incluso creer, que me guste estar sola con mis hijos.
Tu vida sería mucho más fácil si hubiera un hombre a tu lado, suelen decirme como argumento irrebatible.
Pero si yo hubiera querido una vida fácil, habría preparado unas oposiciones.
Y además, quienes afirman que hombre=seguridad, parecen olvidar que, si no hubiera tenido la lucidez de cortar las amarras que me ataban al hombre con el que estuve casada catorce años, nos habría arrastrado a todos al infierno en el que él habita. Y mi vida sería hoy infinitamente más difícil.
Las circunstancias me han arrojado a una libertad para la que tenía una predisposición innata y, aunque a los otros les resulte doloroso aceptarlo, no me siento incompleta. Aunque intenten convencerme una y otra vez de que debería ser desgraciada, soy feliz. Entiendo que mi actitud les asuste- hasta a mí me asustan mis conclusiones-, porque se traduce en que los hombres, una vez que han cumplido con la función reproductiva, dejan de ser necesarios.
Y no estoy diciendo con esto que deberíamos prescindir de los hombres (yo misma soy madre de uno), sino que tendríamos que buscar nuevas formas de crecer juntos.
Marisol Oviaño
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