El regreso
Sólo quedan dos días para regresar.
Mi alma protesta con una infinita congoja que paraliza mi respiración en un suspiro entrecortado y llora con lágrimas retenidas que aportan un brillo especial a mis ojos, que intento disimular. Me debato ante la decisión que he tomado de volver. Podría no hacerlo, esperar un tiempo, pero al final daría igual. Volvería a este mismo punto en el que hallo, con la misma angustia atrapada en la garganta y el miedo transpirando por poros de mi piel.
Sólo quedan dos días para regresar.
Te abandonaré y ello me produce un hondo sentimiento de culpa. Sí, lo sé muy bien. No debería tenerlo. Simplemente, las circunstancias han cambiado y no me queda más remedio que adaptarme. En la teoría es fácil decirlo; el problema radica en llevarlo a la práctica. Y ahí, me doy cuenta de que no me siento preparada, que mi omnipotencia era ilusoria y que en el fondo me carcome la culpabilidad por el desamparo en que te dejo. O lo que es peor, la sospecha de que deposites tu amor en esa otra persona que estará a tu lado, con lo que añado a la culpa, el fantasma de los celos
Mi amor, muy pronto no formaré parte de cada uno de tus instantes; no te cubriré de besos a todas horas; no percibiré el incesante galopar de tu corazón sobre mi pecho; tampoco compartiré contigo el tiempo de alimentarte, ése que nos llena de placer; ni velaré tu sueño en el que tus mejillas se tintan del color de las manzana rojas. No podré responder a tu llamada y llenarte con mi amor cada vez que lo necesites.
Sólo quedan días para regresar al trabajo. Se termina la baja maternal.
María José Moreno
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