Te lo prometo, Muchi. Por Anna Genovés

Mi madre era una ávida lectora. Su escritora preferida era Agatha Christie: tenía la colección completa. Poco antes de su fallecimiento, pasados los 75 años, le enseñé a manejar el ordenador. Un día le mostré uno de mis manuscritos (un tocho bien grueso que había escaneado para tenerlo a buen recaudo). Una de las muchas novelas que rulan por los cajones. Nunca han visto la luz y posiblemente nunca la vean.

Ella ni tan siquiera conocía mi vocación. Estaba absorta leyendo mientras yo la controlaba de lejos, observando sus reacciones…

―¿No te cansas, mami? ―pregunté.

―No, hija. Es muy interesante ―contestó.

Cuando acabó el primer capítulo, le dije que era mía.

―¡No puedes ser! Me estás engañando ―insinuó moviendo la cabeza y con los ojos chispita.

―¿Por qué dices eso?

―Porque me ha gustado mucho y es muy entretenida. ¿Cómo puede ser tuya?

―¿Tan poco crees en mí?

―Siempre he creído en todo lo que te hacías. Está mal que lo diga; pero es una gran novela.

―Tengo algunos secretillos… ―sugerí con una mueca.

Ella ignoraba que escribía desde que tenía uso de razón. Primero en mi memoria. Después, cuando aprendí el abecedario, en cualquier sitio.

―¿Y por qué no me lo has dicho antes?

―¿Para qué?

―Te hubiera ayudado. Ahora, poco puedo hacer.

Me encogí de hombros y la besé. Desconocía que sus últimas palabras eran premonitorias: se estaba despidiendo de mí.

―Prométeme que nunca dejarás de escribir.

―Te lo prometo, Muchi ―aseguré reprimiendo mis lágrimas.

Para mí fue como ganar el Nobel de literatura.

Cuando deseo tirar la toalla, escucho sus palabras como si la tuviera al lado. Es un gran alivio y me ayudan a seguir…

Te lo prometo Muchi Anna Genovés
13/03/2014

Blog de la autora

 

anna

Valenciana de nacimiento y ecuménica de pensamiento. Tengo alma de poeta y mi corazón está tuerto. Funambulista de la vida, mis ojos ha visto innumerables historias y mis dedos han tecleado todo tipo de cuentos... Tantos como años tiene Caronte. Soy disléxica y disgráfica como John Irving, Roberto Bolaño, Wendy Wasserstein o Scott Fitzgerald... Y, millones de personas, a las que les cuesta aprender idiomas o confunden, por ejemplo, "niño" con "nicho". Pese a ello, tuve la suerte de ir a la universidad y licenciarme en Historia Antigua y Arqueología/Prehistoria. Colaboro en distintos medios digitales. Escribo cuando me inspiro y soy bloquera a ratos. He publicado dos novelas: Tinta amarga y Bovary 21. Habrá más: os lo aseguro. Van rulando por los cajones y me piden salir a la luz.

3 comentarios:

  1. La sencillez y los sentimientos nobles y auténticos son lo más grande y preciado que tenemos. Esas palabras de aliento, sin duda, son el mayor tesoro que una madre puede dejar a su hija. Seguro que tu Muchi sabe que, de alguna forma, te sigue ayudando a no tirar la toalla cada día…

    Me ha gustado descubrirte Anna 😉

  2. Una bonita historia Anna, sencilla y tierna. A veces el reconocimiento de los más cercanos es el que más cuesta creer y el que más satisface.
    Abrazos

  3. Elena Marqués

    Estoy con Marsorluna. Al final, Muchi te ayuda, como ella quería.
    Una historia muy hermosa sobre vocación y fidelidad.
    Un abrazo.

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