En mi casa siempre hubo libros en distintos idiomas, revistas, discos de música y poca televisión.
Cuando llegué con mi familia a México con poco mas de dos años recuerdo a mi madre que colocaba libros que sacaba de cajas de cartón sobre los estantes de la biblioteca. Uno en particular llamó mi atención. Tenía una portada coloreada con una de las rimas del libro; la de la vaca que saltaba sobre la luna. Se trataba de Mother Goose, «Mamá gansa». Esa vaca risueña que saltaba en dirección de la luna que a su vez sonreía me llevó a pensar que tanta jocosidad bien merecía comprender lo que significaban esas letras negras sobre la hoja blanca.
Ahí se abrieron las puertas que me han llevado a leer insaciablemente.
En la escuela primaria tuve la buena fortuna de tener a la Sra. Emilia Quilez como profesora. Era una mujer con una personalidad contundente que había huido de España con su familia durante la guerra civil en 1936. Recuerdo en particular la lectura de Juan Ramón Jiménez y sus relatos de su amado burro, Platero.
Más tarde, nuestra maestra fue la señorita Herrera, cuya vida fue dedicada a la enseñanza. Gracias a ella aprendí mucho sobre la historia de México, empezando por los pueblos que vivían en el territorio mexicano antes de la llegada de los españoles: los toltecas, chichimecas, zapotecas, mixteco zapotecas, mayas, aztecas, entre otros. Eran tantos, pero cada tribu tenía sus singularidades y cultura. Nos mostraba dibujos de los mismos mientras se desenvolvían en su vida de todos los días.
Cuando llegué a la escuela secundaria me agradaba dirigirme a la biblioteca de la escuela americana durante las horas de recreo. Ahí descubrí a la que se convertiría en mi heroína, una chica de nombre Nancy Drew que era detective e investigadora a la edad de 18 años. Junto con otras dos amigas resolvía casos misteriosos con ingenio y astucia. Era huérfana de madre y su padre era su mayor admirador, alentándola a seguir con su trabajo. En vez de recordarle que corría peligros la sostenía e instaba a creer en sí misma.
A medida que fui creciendo descubrí a los grandes autores de la literatura latinoamericana. En particular la gran obra de García Márquez dejó en mí una huella profunda.
Seríamos seres empobrecidos sin la lectura de un buen libro.
Alessandra Bonetti
Traductora e intérprete
Del blog Yo aprendí a leer, de Mayti Zea