El libro.-
La colección de cuentos recogidos en El abismo es un descenso a las profundidades humanas por muchas y muy intrincadas escaleras de caracol: una versión del Lázaro milagrosamente resucitado en clave zombi, donde el muerto propaga entre los vivos el vacío de la muerte; Guillermo el Grande, victorioso en una humeante y sangrienta Bélgica, padece insomnio y desahoga sus delirios de grandeza con un pobre prisionero ruso; un solista de ópera decide derrotar al mito de Orfeo y trata de conmover con sus arias a un auditorio de burros; el vigilante de una pequeña estación de provincias se aburre, se convierte en el peligroso hombre gris que ostenta la autoridad…
Escritos entre 1901 y 1916, estos relatos se convierten en metáforas que narran el horror de aquella Europa desmoronada en la que la lucha del individuo libre contra la maquinaria del estado hizo surgir héroes y mártires. Muchos viven en estas páginas.
Después de publicar Los siete ahorcados, El Olivo Azul continúa recuperando el producto oscuro y abigarrado
de la mente de uno de los mejores escritores rusos de todos los tiempos y maestro de las vanguardias.
«Andreiev, un viejo amigo, un amigo de la infancia. Un inmenso escritor.» Milan Kundera
Autor
Leonid Andreiev nació en 1871 en la ciudad de Orel, una región de la Rusia central de la que también eran oriundos sus maestros Turgueniev y Tolstoi. Estudió Derecho pero, persuadido por su gran amigo y mentor Gorki, abandonó pronto el ejercicio de la abogacía para dedicarse por completo a la literatura.
Cosechó, desde sus primeras publicaciones en 1901, un gran éxito, y en apenas veinte años creó toda su obra, una de las más prolijas de la literatura rusa. Destacan por su intensidad los relatos y las novelas cortas
como Los Siete Ahorcados (1908), publicada en esta misma colección.
Hombre de genio y contradicciones, «escrutador del lado oscuro», como le llamaban sus colegas, fue militante
antizarista y vivió con esperanza, y pronto con escepticismo, la Revolución de Octubre, teniendo que exiliarse en su casa de Vammelsu, en Finlandia, donde moriría en 1919.