El escritor francés del siglo XIX Octave Feuillet fue muy conocido en su época y ha seguido publicándose y representándose después. Historias parisienses junta dos novelas breves que destacan por su sensualidad y energía. Tanto en La novela de un joven pobre como en Historia de una parisiense hay suficiente vigor literario, sabiduría sobre las pasiones humanas, eficacia en el retrato de los personajes y las costumbres como para hacerlas atractivas e interesantes al lector de hoy.
En la prioridad de lo argumental, la construcción cómplice de un entramado que puede tornarse previsible en algún momento pero que resulta siempre emocionante, Feuillet parece adelantar géneros discutidos desde la estética, aunque de poderosa influencia social y probada masividad en el consumo cultural como la telenovela o la comedia romántica del cine actual.
Ahora, cuando se hace compleja la batalla por fomentar o conservar el hábito de consumir historias desde un entramado de palabras, un autor tan gráfico, sensorial, fluido como Octave Feuillet tiene mucho que decir a favor de la reflexión y del mejor entretenimiento.
Amado del Pino
El autor
Octave Feuillet (Saint-Lô, Manche, 1821 – Paris, 1890). Inició su actividad literaria en 1845 con una novela escrita con el seudónimo de Désiré Hazard, Le grand vieillard, aparecida por entregas en Le National. Inclinado luego al teatro, Octave Feuillet compuso el vodevil Une nuit terrible (1845), y después Un bourgeois de Rome (1845), Échec et mat (1846), Palma y La vieillesse de Richelieu (1848). Escritas en la arrancada de su carrera literaria, las comedias de las Escenas y Proverbios fueron compuestas a imitación de los trabajos teatrales de Alfred de Musset.
Su primer éxito lo logró en 1852 con la novela Bellak y produjo la comedia La Crise. Ambos trabajos vieron la luz en la revista francesa Revue des deux mondes, en donde también aparecieron la mayoría de sus novelas posteriores. En 1857 dio a conocer La Petite Comtesse y Dalila, y al año siguiente Le Roman d’un jeune homme pauvre.
En 1857 escribió la versión teatral de Dalila y la publicó en Vaudeville, con gran éxito. El joven novelista se convirtió en el favorito de la Corte, sus obras eran representadas en Compiègne antes que fueran enseñadas al público en general y en una ocasión la emperatriz de procedencia española Eugenia de Montijo se dignó a interpretar a Mme. de Pons en Les portraits de la marquise.
Feuillet no abandonó la narrativa y en 1862 logró un gran éxito con Sibylle. Fue elegido miembro de la Academia Francesa en 1862 y en 1868 se convirtió en bibliotecario del palacio Fontainebleau. En 1867 produjo su obra maestra, Monsieur de Camors. Su último libro fue Honneur d’artiste (1890).