«Víspera de Reyes y todo en la casa es paz. No se oye ni un ruidito, salvo el de ocho patitas que corretean inquietas». Así da comienzo, en claro homenaje a Clement Clarke Moore, Víspera de Reyes, un cuento para niños y no tan niños que ve la luz ahora en la antología Cuentos infantiles sin fronteras 2015. Cuentos infantiles sin fronteras 2015 recoge los veintiún textos seleccionados para su publicación en un consolidado certamen convocado por la asociación cultural Txirula Kultur Taldea ‒que agrupa a los colectivos Grupo Scout Goizalde, Tendel, Tular y Bizitegi de Otxarkoaga, barrio otrora asociado a la marginalidad‒, cuyo principal objetivo es fomentar valores cívicos entre la infancia y la juventud. Es éste un evento literario que lleva ya trece largos años celebrándolo con gran éxito de participación.
La antología nos proporciona una visión heterogénea ofrecida por autores de las más diversas edades, pues este certamen, en el que concurren escritores de todo el mundo tanto en castellano como en euskera, es en efecto una propuesta ‒bajo distintos puntos de vista gratamente atípica‒ sin fronteras ni límites: ni de sexo ni de edad ni de nacionalidad o lengua.
Cuentos infantiles sin fronteras 2015 es, sin lugar a dudas, un libro para compartir. Y para aprender a compartir y a convivir. Por ese motivo las obras que conforman esta antología permanecen expuestas durante varios días en la Biblioteca del Centro Cívico del bilbaíno barrio obrero de Otxarkoaga ‒gracias a la conciencia social de sus vecinos, que reivindicaron la necesidad de un lugar de encuentro de esta naturaleza, el primer centro cívico abierto en Bilbao‒, donde pueden ser libremente disfrutados por todos los ciudadanos. La literatura conquista así los espacios públicos que nunca debieron dejar de pertenecerle, porque es la cultura la que hace polis.
También por ello, Cuentos infantiles sin fronteras 2015 se presenta en el escenario de unas jornadas infantiles con un programa de amplio espectro que va más allá de lo meramente literario. O donde lo literario se integra en una atmósfera que trasciende sobradamente el restrictivo marco físico del libro así como su lectura interiorizada y solitaria; donde se entrelaza la narración con los juegos y otras actividades lúdicas. Durante esas jornadas también se acercan oralmente al público las obras de los autores galardonados, retomando así las antiguas tradiciones de lectura en voz alta y de narración oral comunitaria que en su día pusieran en práctica los grandes aedos clásicos, responsables de la difusión de obras tan esenciales como la Ilíada o la Odisea. Vaya por ello mi agradecimiento a la poeta y rapsoda bilbaína Carmen Martínez, por su adaptación de Víspera de Reyes, que contó ante los asistentes.
Existen, por supuesto, muchas formas de escribir. Todas ellas respetables. Sin embargo, como autor, yo sólo puedo vivir el fenómeno literario, independientemente del género que trate en cada momento, en su dimensión social: por la utilidad que para el lector pueda tener cuanto escribo. Hasta la narración de mis experiencias más personales en mis textos más autobiográficos ha tenido siempre por objeto el servir a otros que pudieran encontrarse en circunstancias similares. Diría que un autor, un artista en general, está sujeto a ineludibles obligaciones para con sus semejantes. Yo creo firmemente, y quiero seguir creyendo, que quien escribe lo hace mayoritariamente por sed de conocimiento y por altruismo: para poder comprenderse más y para construir un mundo mejor para sí y para el resto.
Es por tanto el escritor, creo, un ser fundamentalmente solidario. Un individuo en el que la dimensión social de la especie encuentra su máxima representación.
Corren tiempos difíciles y la obligación del escritor es ayudar a sus semejantes, mediante mecanismos de diversa índole, a superarlos: impulsar el desarrollo de la comunidad y el progreso de la especie. Víspera de Reyes, protagonizado por unos ratones muy especiales que finalmente salvarán del desahucio a sus coinquilinos humanos, es un llamamiento, para niños y también adultos, para seres humanos de buena voluntad y sentido del humor, a resistir. A resistir frente a las injusticias y a conservar la esperanza y el entusiasmo, el ansia por advertir la magia que aún habita el universo. A conservar, sobre todo, la humanidad y la tolerancia. Y a construir juntos. Porque ni el más pequeño de nosotros, ni siquiera un ratón, puede considerarse tan insignificante como para que su colaboración resulte prescindible. Hasta el más humilde ser humano puede cambiar el mundo… si otras muchas manos tan diminutas como las suyas sostienen la misma causa.
Salomé Guadalupe Ingelmo
Más información sobre la asociación cultural Txirula Kultur Taldea, así como sobre las vías de adquisición del libro, cuya recaudación servirá para financiar proyectos y actividades dirigidas a la infancia
Figuras:
- Portada de la antología Cuentos infantiles sin fronteras 2015.
- John Sherrin, Fiesta de Navidad para ratones.